Julio Pérez

El testigo

De repente las fanfarrias progubernamentales se quedaron silenciosas en las redes sociales.  A media mañana ya todo el mundo sabía que el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, había sido llamado a declarar por el juez Javier García García-Sotoca en la causa abierta por el llamado caso Mascarillas. Aun así, por la tarde ya comenzaron a oírse algunos rebuznos apologéticos. El más frecuente, la insistencia en que el presidente del Gobierno había sido llamado “simplemente, como testigo”. El propio interesado hizo lo que protocolariamente procede, es decir, repetir que el Gobierno, empezando por él mismo, se ha puesto desde el primer momento a disposición de la justicia. Pero luego (es curioso) agregó algo bastante inexacto: “lo más importante es recuperar los cuatro millones de euros desaparecidos”. Es curioso porque ese no es el objetivo de la investigación judicial abierta, que tiene como finalidad establecer lo que ocurrió para que estos cuatro millones de euros abonados por el Ejecutivo canario se evaporaran y decidir si los responsables gubernamentales implicados en esta operación incurrieron en delitos administrativos, civiles o penales.

Y precisamente para dilucidar este punto el fiscal Anticorrupción, y ahora el juez que ha avalado su solicitud, han llamado a declarar al presidente Torres a principios del próximo mes. ¿Qué hacía Conrado Domínguez – entonces  secretario general técnico de la Consejería de Obras Públicas — en el comité sanitario convocado para analizar la delicada situación sociosanitaria y tomar decisiones en plena pandemia del covid 19? ¿Quién lo fichó? ¿Y cuáles eran sus competencias? ¿En virtud de que decreto o resolución podía firmar u ordenar firmar contratos? ¿De verdad un comité de expertos funcionó como órgano de contratación? ¿Quién conocía los contactos y compromisos adquiridos por Domíngez en nombre del Servicio Canario de Salud y en suma del Gobierno? Estas preguntas –y muchas otras más – se han formulado a cargos y técnicos del Servicio Canario de Salud, además de al propio señor Domínguez, y las contradicciones y vacíos han sido tantos y tan llamativos que ha sido imposible extraer ninguna conclusión. Por eso el juez, a instancias del fiscal, ha llamado al presidente del Gobierno.

Pero, ¿por qué a Torres y no a Julio Pérez, que en este momento era el consejero de Sanidad en funciones? Podría responderse que el presidente del comité extraordinario era precisamente Ángel Víctor Torres, a la vez jefe del Gobierno. La elección del juez y el fiscal, sin embargo, no deja de ser llamativa. Torres es un testigo a través del que se busca delimitar responsabilidades y, muy probablemente, conseguir argumentos para llamar en un futuro inmediato a otros testigos. Tal vez a muchos. Sin duda al propio Julio Pérez. Por eso la situación del presidente es harto delicada. Porque acudirá a los tribunales, en efecto, únicamente como testigo, y a un testigo no se le achaca ninguna responsabilidad jurídica salvo decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, pero con su testimonio definirá su propia responsabilidad política y la de sus subordinados jerárquicos. O Torres tuvo conocimiento de una operación chapucera y apestosa para comprar un millón de mascarillas y la respaldó o no se enteró absolutamente nada y se mamaron cuatro millones de euros bajo sus presidenciales narices. Y no podrá eludir la encrucijada que, una vez despejada, permitirá acercarse a los responsables políticos más directamente ahumados por esta fogata: el exconsejero Pérez y Antonio Olivera, director en funciones en ese vertiginoso instante del Servicio Canario de Salud y antes y ahora el viceconsejero de Presidencia que la traduce a Torres datos y gráficos económicos al dialecto de Arucas. Torres es un testigo que va a dejar sin aliento durante semanas a medio Gobierno.   

 

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Sin prisas ni vergüenza

Como sin duda soy un irresponsable  creo que la presencia físico-química del consejo Julio Pérez y la telemática del letrado José Miguel Ruano en las reuniones técnicas preparatorias de las cumbrecitas entre España y Marruecos con el objetivo de delimitar las aguas territoriales dentro de un par de siglos no sirve absolutamente para nada. Y esa patente insignificancia pone en solfa una aseveración repetida incesantemente desde la aprobación del Estatuto de Autonomía de 2018: un salto cualitativo  de autogobierno que supone la nueva norma y que el profesor (y eurodiputado) Juan Fernando López Aguilar definió en un artículo académico como “un enérgico avance en materia de cantidad e intensidad para el autogobierno canario”. Lo cierto es que esta legislatura se ha decidido ignorar prácticamente todas las nuevas oportunidades competenciales que ofrece el EAC del 2018. Contra la insistente y ya cansina propaganda de los psocialistas isleños, la coincidencia de un mismo partido en los gabinetes de España y Canarias no garantiza en absoluto un mejor entendimiento político, ni siquiera cierto respeto institucional como demuestra el eterno atasco del convenio de carreteras, el retraso burlesco de la transferencia de las competencias en costas o la decisión del Parlamento de llevar al Tribunal Constitucional mezquinas y estúpidas agresiones al Régimen Económico y Fiscal.

Todo esto es un pantomima indigesta en la que resulta penoso ver participar a  Julio Pérez por sentido de partido y a José Miguel Ruano por sentido del deber. Canarias no participa en las negociaciones – como desvergonzadamente ha llegado afirmar Ángel Víctor Torres – sino que asiste como oyente en una reunión de preparación de las mismas. Por supuesto, cabe añadir que reuniones como en la que ha participado Pérez se han celebrado otras, pero ahí estaba el consejero de Administraciones Públicas, que sirve para una portavocía, para un barrido de oposiciones o para un fregado de hipocresía supurante. Es que resulta imposible no imaginarse la situación con Pérez tomando asiento en la mesa y sonriendo  todo el mundo.

–¿Y ese?

–Es canario.

–Coño. Igual nos consigue un apartamento en Fuerteventura para agosto, que ya no encuentro nada. Hola, hola. Encantado.  A mí me gusta el mojo. Mojo picón. La rica salsa canaria se llama mo-jo pi-cón…

–Buenos días, Julio, Julio.

–El apartamento no lo quiero para julio, sino para agosto…

–Déjalo ya. No te escucha. El ministro le pidió que se pusiera tapones en los oídos.

–¿Y se los puso?

–Antes de que el ministro terminara de pedírselo.

–Que listo es la mosquita muerta. El apartamento en Fuerteventura, para él…

Para terminar de sincerarnos, es altamente improbable que Marruecos tenga una voluntad negociadora clara, pero si dispone de un objetivo cristalino: sacar todo lo posible, alternados putadas infectas con gestos amistosos, mientras se desarrolla una negociación sempiterna, inconclusa, palabrera. Ahora que el Gobierno socialista ha externalizado la vigilancia de las fronteras de Ceuta y Melilla en manos de una gendarmería implicada, como varios ministerios marroquíes, en el tráfico de seres humanos hambrientos y aterrorizados, una gendarmería que resuelve bien las cosas matando, hiriendo y torturando, Rabat no tiene ninguna prisa por negociar nada. Ni Julio Pérez en dejar de sonreír. Ni Pedro Sánchez o Ángel Víctor Torres en condenar una matanza.     

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Sin prisas ni vergüenza

Como sin duda soy un irresponsable  creo que la presencia físico-química del consejo Julio Pérez y la telemática del letrado José Miguel Ruano en las reuniones técnicas preparatorias de las cumbrecitas entre España y Marruecos con el objetivo de delimitar las aguas territoriales dentro de un par de siglos no sirve absolutamente para nada. Y esa patente insignificancia pone en solfa una aseveración repetida incesantemente desde la aprobación del Estatuto de Autonomía de 2018: un salto cualitativo  de autogobierno que supone la nueva norma y que el profesor (y eurodiputado) Juan Fernando López Aguilar definió en un artículo académico como “un enérgico avance en materia de cantidad e intensidad para el autogobierno canario”. Lo cierto es que esta legislatura se ha decidido ignorar prácticamente todas las nuevas oportunidades competenciales que ofrece el EAC del 2018. Contra la insistente y ya cansina propaganda de los psocialistas isleños, la coincidencia de un mismo partido en los gabinetes de España y Canarias no garantiza en absoluto un mejor entendimiento político, ni siquiera cierto respeto institucional como demuestra el eterno atasco del convenio de carreteras, el retraso burlesco de la transferencia de las competencias en costas o la decisión del Parlamento de llevar al Tribunal Constitucional mezquinas y estúpidas agresiones al Régimen Económico y Fiscal.

Todo esto es un pantomima indigesta en la que resulta penoso ver participar a  Julio Pérez por sentido de partido y a José Miguel Ruano por sentido del deber. Canarias no participa en las negociaciones – como desvergonzadamente ha llegado afirmar Ángel Víctor Torres – sino que asiste como oyente en una reunión de preparación de las mismas. Por supuesto, cabe añadir que reuniones como en la que ha participado Pérez se han celebrado otras, pero ahí estaba el consejero de Administraciones Públicas, que sirve para una portavocía, para un barrido de oposiciones o para un fregado de hipocresía supurante. Es que resulta imposible no imaginarse la situación con Pérez tomando asiento en la mesa y sonriendo  todo el mundo.

–¿Y ese?

–Es canario.

–Coño. Igual nos consigue un apartamento en Fuerteventura para agosto, que ya no encuentro nada. Hola, hola. Encantado.  A mí me gusta el mojo. Mojo picón. La rica salsa canaria se llama mo-jo pi-cón…

–Buenos días, Julio, Julio.

–El apartamento no lo quiero para julio, sino para agosto…

–Déjalo ya. No te escucha. El ministro le pidió que se pusiera tapones en los oídos.

–¿Y se los puso?

–Antes de que el ministro terminara de pedírselo.

–Que listo es la mosquita muerta. El apartamento en Fuerteventura, para él…

Para terminar de sincerarnos, es altamente improbable que Marruecos tenga una voluntad negociadora clara, pero si dispone de un objetivo cristalino: sacar todo lo posible, alternados putadas infectas con gestos amistosos, mientras se desarrolla una negociación sempiterna, inconclusa, palabrera. Ahora que el Gobierno socialista ha externalizado la vigilancia de las fronteras de Ceuta y Melilla en manos de una gendarmería implicada, como varios ministerios marroquíes, en el tráfico de seres humanos hambrientos y aterrorizados, una gendarmería que resuelve bien las cosas matando, hiriendo y torturando, Rabat no tiene ninguna prisa por negociar nada. Ni Julio Pérez en dejar de sonreír. Ni Pedro Sánchez o Ángel Víctor Torres en condenar una matanza.     

 

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Ángel Víctor Torres, espiado

El presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, también ha sido espiado. A través de una versión del programa informático de espionaje Pegasus conocido como Donkey Belly han podido acceder al teléfono móvil de Torres y le han robado 1.9 gigas de información y la fórmula de su fijador de pelo. El portavoz del Ejecutivo, Julio Pérez, ha calificado lo ocurrido como “algo ciertamente muy grave pero que le pasa a todo el mundo” mientras el portavoz del Ejecutivo, Antonio Olivera, se ha inclinado a aceptar este hackeo como “una interesante oportunidad”.  “El presidente”, aclaró, “dispondrá ahora de más espacio en la memoria de su teléfono móvil para almacenar todos los detalles de los proyectos tractores financiados por los fondos Next Generation y que transformarán Canarias en el siglo XXIV”. Podemos ha pedido que se formalice inmediatamente una comisión de investigación y Manuel Marrero ha insinuado que a él también le han sustraído información, “porque no encuentro por ningún lado los folletos de Marta Harnecker”. Para Coalición Canaria Torres “ha perdido los datos en alguna parte y ahora monta un nuevo numerito para victimizarse por las esquinas”. Hasta cierto punto las (hasta ahora) únicas declaraciones del presidente abonan esta acusación de los nacionalistas. Torres, a la salida de la inauguración de una papelera reciclable  en la Casa del Pueblo de Artenara, declaró ayer que “ningún otro presidente de Canarias ha tenido que enfrentarse a un espionaje telefónico de esta envergadura, un desgracia que se suma a los incendios forestales, la quiebra de Thomas Cook, el coronavirus, las erupciones en La Palma, mi equipo de prensa, Nayra Alemán, la crisis económica, la guerra de Crimea y la inflación, catástrofes todas que asumo gallardamente y que superaré dejándome la piel en el esfuerzo”.

Lo que sigue son algunos brevísimos extractos de los contenidos sustraídos al presidente Ángel Víctor Torres en los últimos tres meses del pasado 2021.

(Conversación telefónica registrada a las 08.21 horas el 18 de octubre de 2021)                                                

–Buenos días presidente.

–Buenos días Casimiro. Me pillas sin suelto en los bolsillos.

–No, ahora no pido metálico. Mira, que necesito contratar a doce personas más en Visocan.

 –¿Doce? ¿Economistas, abogados, ingenieros?

–No. Gomeros. Son todos imprescindibles. Calculo unos 900 votos.

— Ufff. Veré lo que puede hacerse…

–Y otra cosa. El Congreso del PSOE de La Gomera… ¿Podrían celebrarlo en Lanzarote? ¿Bajo una piedra si es posible? Graciaaaas.

(Conversación telefónica registrada a las 11.35 horas del 8 de noviembre de 2020)

–«Estas son las mañanitas/que cantaba el Rey David/ por ser grande entre los grandes/ te las cantamos aquí/ Despierta mi bien despierta/mira que ya amaneciooooo…»

— ¿Nira? ¿Eres tú, Nira?

— No, soy Pardellas.

— Coño. Pues deja libre la línea que estoy ocupado.

(Conversación telefónica registrada a las 19.56 horas del 10 de diciembre de 2021)

–Buenas noches Pedro. Mira, necesitamos desatascar lo de la transferencia de las competencias en Costas… Cuanto antes.  Nos jugamos nuestra credibilidad. ¿Qué me dices?

— Huuum. Escucha: Thomas Cook.

— Sí, Thomas Cook, los incendios, las erupciones, el coronavirus, la inflación,  la subida de los combustibles, la guerra en Ucrania, una nueva crisis en el horizonte, pero me voy a dejar la piel…

— Cuento con ello. Buenas noches, Ángel Víctor.

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