Pedro Fernández Arcila

La testaruda realidad (1)

 He leído con atención un reciente artículo de Pedro Fernández Arcila en la prensa local y he sentido una suerte de satisfacción filatélica al encontrar una pieza que resume y sintetiza tan admirablemente un conjunto de memes, retóricas y actitudes de las izquierdas en los últimos años y, todavía más relevantemente, en un asunto tan grave y trascendente como el modelo energético de Canarias. El consumo energético y las energías alternativas representan, por lo demás, uno de los espacios donde las rutinas intelectuales de las izquierdas han practicado con entusiasmo ese exceso suyo que consiste en suponer que la voluntad política que busca un bien general es más que suficiente para encontrar e imponer una solución definitiva. Aquí lo que ocurre -barrunta todo izquierdista bien nacido- es que podríamos disponer en un plis plas de unas energías baratas y limpias y una abominable oligarquía política lo impide porque es cómplice de las compañías petroleras y eléctricas. En el artículo de Fernández Arcila se cita concretamente a Fernando Clavijo, José Manuel Soria y Carlos Alonso como sátrapas ejemplares, y se les compara con George Bush, Toni Blair y José María Aznar. El símil es una bobada adolescente, pero el articulista es incapaz de reprimirse.
Después de referirse a la maldad intrínseca del trío mencionado (¿cómo no van a ser malos, si son de derechas y se limitan a seguir las instrucciones de las eléctricas, que eso lo sabe el articulista de muy buena fuente?) llega el primer recurso: el argumento de autoridad. Por supuesto, hay que citar cuando antes a Jeremy Rifkin y esa feliz ocurrencia que tuvo en una conferencia en Gran Canaria, donde afirmó que Canarias «podría ser la Arabia Saudita de las energías alternativas». Rifkin ha sido asesor de los gobiernos de Ángela Merkel y de Nicolás Sarkozy -progresistas con un fisquito más de poder que Soria, Clavijo o Alonso- pero eso resulta irrelevante si dice lo que Fernández Arcila quiere escuchar y quiere repetir. A principios de los noventa Rifkin impulsó una campaña planetaria para fomentar una disminución del 50% de carne de vacuno, porque a su juicio las emisiones de metano de las vacas y bueyes tienen un efecto en el calentamiento global muy superior al del dióxido de carbono producido por la actividad humana, un aserto sumamente discutido y discutible. En su búsqueda de citas el autor rasca hasta el fondo de la olla y es capaz de citar como autoridad al respecto a una figura política tan recordada por su gestión eficaz, su rigor expositivo y su seriedad congénita como Francisco de la Barreda. Un paso más allá y Fernández Arcila estaría abocado a servir de eco a Iker Jiménez y Beatriz Potter.
Lo más interesante, sin embargo, es la aseveración, en ningún momento argumentada, según la cual Canarias podría suministrarse básica y rápidamente con energías alternativas sin mayores problemas tecnológicos y creando miles -incluso decenas de miles- de puestos de trabajo. Si don Pedro me lo permite, a ustedes les interesa y el tiempo no lo impide expondré mañana los reparos -razonables, comprobables, cuantificables- que esta empecinada fantasía se encuentra para abrirse paso en la testaruda realidad.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Imputaciones y dimisiones

Hace unos días mantuve en las redes sociales una conversación con varios amigos sobre la imputación de Pedro Fernández Arcila por varios delitos, decidida por un juzgado de Granadilla. Lo que más me alarmó, por parte de mis interlocutores de Alternativa Sí Se Puede, fue la combinación entre patriotismo de partido y una ignorancia judicial y procesal que demostraban apasionada, tercamente. Según su relato – el que se ha mantenido en intervenciones y comunicados públicos – la imputación de Fernández Arcila es el podrido fruto de una conspiración grotesca que pretende destruirlo política y electoralmente. Fue inútil advertirles que ningún partido político ha imputado a Fernández Arcila, sino la autoridad judicial. Tan inútil como recordarles que, jurídicamente hablando, no existen imputados verosímiles o inverosímiles, sino imputados sin más. En definitiva, a su compañero le estaba ocurriendo lo que ellos habían decidido y no lo que había decidido un juez.
A Fernández Arcila le avala un comportamiento público de muchos años – en la política y en la abogacía  — caracterizado por la honradez y la honorabilidad, por la generosidad, la bonhomía y la transparencia. Estoy razonablemente convencido de que podrá demostrar en el juzgado de instrucción que su asesoramiento al anterior gobierno municipal de Granadilla de Abona se ajustó en todo momento a la legalidad y que este asunto será archivado. Lo que servidor le pedía en todo caso a Alternativa Sí Se Puede es una reflexión – quizás necesaria para todos – sobre las relaciones entre actitudes políticas y decisiones judiciales. ¿Es razonable elevar a norma universal que un político –o un candidato electoral –imputado por un juez deba dimitir inmediatamente? ¿Debería hacerlo acaso Fernández Arcila? En mi opinión no. Desgraciadamente Alternativa Sí Se Puede, como el resto de los partidos tradicionales o emergentes, no está dispuesta e embarcarse en este debate, y opta, como todos los demás, por los aspavientos dramáticos, la indignación polifónica, la rumurología espesa, las versiones conspiranoicas –tengan o no un poso de verdad – y la defensa numantina de sus cargos y dirigentes. Y la mayor prueba de este porfiado error es la decisión tomada ayer por SSP de recurrir el archivo provisional de las imputaciones del alcalde de La Laguna y candidato presidencial de CC, Fernando Clavijo. En un comunicado de prosa superferolítica y argumentación punto menos que neurótica, Francisco Déniz concluye en que resulta “totalmente inexplicable” el archivo de las imputaciones de Clavijo, quien “no ha demostrado nada”. No es al señor Déniz ni al respetable público al que Clavijo debía demostrar nada. Han sido la fiscal del caso, la Fiscalía Anticorrupción y, finalmente, la juez competente, quienes no han visto indicios de delito en los comportamientos de Clavijo investigados durante varios meses. Claro que esto se le pueden antojar simples tecniquerías al señor Déniz. Tecniquerías que se llaman Estado de Derecho, Derecho Procesal y demás fruslerías diseñadas malignamente para evitar que la justa ira del pueblo caiga sobre los apriorísticamente culpables. No logro deshacerme de la incómoda sensación de que lo que intenta la dirección SSP es  mantener una imputación viva para que la suya no se quede sin compañía en los medios de comunicación.

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