Alfonso González Jerez

Turismo año cero

Más tarde o más temprano los efectos destructivos de la masificación turística de Canarias (terminaremos este año con catorce millones y medio de visitantes entre vivas incesantes del Gobierno) comenzarían a contradecir (si no a destruir) sus indudables efectos positivos. Siempre ha sido el turismo nuestro Jano Bifronte: dios de los comienzos y los finales, de las entradas y las salidas, del amanecer y del  crepúsculo. Las externalidades negativas de la dinámica económica generada por el turismo se han multiplicado e intensificado mientras avanzaba el siglo, pero a las mismas nadie – ni los hoteleros, ni los agentes turísticos ni las administraciones públicas – le ha prestado la debida atención. Lo que intenta cada empresa que se integra en la cadena de valor es crecer cuanto más rápidamente mejor. La ceguera ha sido absoluta. La única política turística por parte del Gobierno ha consistido en gastar un potosí en promoción turística  — asombrosamente son los poderes públicos los que asumen económicamente y con un apoyo político jacarandoso la propaganda de los negocios privados — y en la mejora de la conectividad aérea de las islas.

Baleares cerró el año 2019 con casi dieciséis millones y medio de turistas y destinó en ese ejercicio poco más de seis millones de euros en promoción. Para el próximo año los presupuestos generales de Canarias reservan más de 21 millones de euros para la promoción turística del archipiélago. La consejera Yaiza Castilla ha salido a garrapiñar hasta la última raspa de turista vivo y ha lanzado una campaña delirante en pos de ese animal mitológico llamado nómada digital, capaz de crear con una veintena de colegas con los que se pueda encontrar casualmente en La Gomera o Fuerteventura todo un ecosistema de I+D+i en medio año. El principal partido del Gobierno – el PSOE –accedió al poder desprovisto de cualquier reflexión estratégica sobre el que la actividad que representa –junto a la administración autonómica – el principal motor económico del país. Nada de nada. La hecatombe del covid acabó con cualquier tentación de inteligencia crítica. Hoy ni en el PSOE ni en el Gobierno  se reflexiona ni se debate sobre los efectos perversos del turismo y los límites de la capacidad de carga de un territorio reducido, fragmentado y altamente ocupado. Pero la responsabilidad se extiende a todos los partidos políticos con responsabilidades de Gobierno en la Comunidad, los cabildos y los ayuntamientos.

Como han señalado los economistas, las externalidades dañinas del turismo “no se incluyen en el precio de los productos ni se capturan en las ganancias de la empresa turística”. Los costos de sus efectos perniciosos los sufre la población local.  Recientemente el presidente de la patronal hotelera, Jorge Marichal, mostraba su alarma porque sus asociados no conseguían cubrir cientos de puestos de trabajo en sus establecimientos. No es una elección voluntaria.  Simplemente ya es casi imposible marchar a los sures turísticos a trabajar y menos aún a construir un proyecto vital o profesional. La propia actividad turística ha estimulado directamente el incremento del precio de la vivienda (bastante) y de los alquilares (de manera delirante) y los costes de la alimentación y del transporte, empujando incluso procesos de gentrificación en varios núcleos turísticos.  La subida de la inflación exógena ha hecho el resto. Vivir ahora con mil euros mensuales es algo similar a un milagro en las zonas turísticas isleñas, cuyo estrepitoso crecimiento demográfico no ha sido suficiente criterio para diseñar un urbanismo soportable, construir viviendas públicas, levantar centros hospitalarios, prever centros sociosanitarios. Incluso una modesta ecotasa se toma como una herejía. La buena salud del turismo está empezando a dejar de ser la nuestra.

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600 alegres colombinos

Puede usted leer por ahí que Gesplan –empresa pública del Gobierno autónomo dedicada a la gestión y promoción urbanística – tiene un plan. El plan consiste, nada menos, en contratar para el próximo año – les apuesto que lo harán en el primer cuatrimestre – a unas 600 personas. ¿Y para qué se contratará a 600 personas? Pues dicen que para agilizar administrativamente los proyectos de inversión empresarial dependientes de los fondos New Generation. Todo es muy sorprendente y sobre todo confuso. La partida presupuestaria de los fondos se canaliza a través del Programa Operativo Plurirregional de España y será gestionada por el Estado en un 20% mientras que el 80% restante lo administrarán las comunidades autónomas y entidades locales. Pero la decisión estratégica y el calendario de ayudas y subvenciones a aplicar a los proyectos presentados está en manos, obviamente, del Ministerio de Hacienda. Esto es perfectamente sabido por el Ejecutivo canario pero, al parecer, aún no está preparado, aunque está previsto que las primeras subvenciones – con un retraso muy notable – se concedan en las próximas semanas.

Nos referimos a uno de los reinos – no sé si Mordor o Wakanda – bajo el principado de Casimiro Curbelo, porque el Gran Papi no controla única ni principalmente la Consejería de Turismo –de hecho tuvo que poner de viceconsejera a una espía rubia, como un  Hitchcock cualquiera, para vigilar a Yaiza Castilla – sino un pequeño archipiélago de empresas públicas en las que ejerce sin intromisiones su mero y mixto imperio desde el verano de 2019. En las islas casimíridas no se mueve un papel ni retuerce un lagarto ni se contrata absolutamente nada sin que lo sepa Curbelo, que negoció espléndidamente su apoyo al Gobierno presidido por Ángel Víctor Torres. Se me antoja sumamente improbable que el faro y guía de la Agrupación Socialista Gomera no tenga nada que decir del ingreso en Gestur de unas 600 personas. Tal vez admita una cuota de un 15% de ciudadanos que no provengan de la isla colombina.  Algunos herreños. Algún vecino que otro de Arona. Es maravilloso comprobar la exitosa inteligencia del curbelismo. Mientras extiende su franquicia en El Hierro o monta con un grupo de concejales socialistas una plataforma que le profesará un respeto filial  — con consecuencias directas en el voto al Parlamento de Canarias o al ayuntamiento de Arona – sigue tan ricamente – nunca mejor dicho –repartiendo piropos, reconvenciones y elogios desde su escaño al presidente Torres y su equipo.

No conozco ni a un empresario que esté mínimamente satisfecho con la estrategia administrativa para la tramitación de los fondos europeos extraordinarios en Canarias. No se ha procedido a ninguna adaptación organizativa ni a una metodología normativa para garantizar no solo rapidez, sino un nivel civilizado de eficacia y eficiencia. No es una excepción canaria, pero no resulta un consuelo. Andalucía recibirá – es una cantidad global que se abonará secuencialmente hasta 2027 – alrededor de 17.000 millones de euros, pero la Junta solo dispone de unos 200 funcionarios. Y, sin embargo, la comparación es odiosa. Andalucía dispone desde hace más de dos años de una Dirección General de Fondos Europeos diseñada precisamente para este objetivo estratégico. Ahí trabajan esos 200 funcionarios técnicos, a los que se suman dos interventores especializados – con experiencia en Bruselas – y una red de 21 coordinadores repartidos por las consejerías que hacen de enlace. Esta estructura, que se había puesto en funcionamiento inicial con Susana Díaz y ahora ha completado Juanma Moreno, tiene limitaciones e insuficiencias, sin duda, pero es que aquí se nos anuncia ahora, a finales de 2022, la contratación de 600 alegres colombinos. Yo quiero escucharles cantar Con puro amor no se come. Un temazo. 

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El alcalde transparente

No lo crearán ustedes, pero existen políticos que realmente están comprometidos con la máxima transparencia, con la información inmediata y pormenorizada a los ciudadanos sobre sus quehaceres y preocupaciones, con una voluntad de servicio que auspicia la fiscalización democrática de todo gobierno. Y si ustedes leen esto con un mohín de desconfianza o escepticismo les citaré a un responsable político que está demostrando el compromiso con la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad: Luis Yeray Gutiérrez, alcalde del ayuntamiento de La Laguna. Hace algunos días, a través de Twitter, recordó que en 2019, al tomar posesión, adquirió una obligación sagrada con sus conciudadanos. “A partir de hoy”, escribió, “compartiré cada día mi agenda detallada del día siguiente”. Y así lo ha empezado a hacer a través de su canal de telegram que se llama, por supuesto, Alcalde Luis Yeray.

Y sabe cumplir. Reproduzco aquí, sin añadir ni quitar una palabra, la rendición de cuentas diaria del joven aunque suficientemente transparente alcalde.

6.30. Arranca el día. Un poco de deporte es la mejor manera para empezar la jornada.

7.15. Momento para el café y repaso de la prensa. Fundamental estar bien informado desde la primera hora.

8.00. Acompaño a mi hijo a la escuela infantil.

8.15. Me dirijo a la Alcaldía, para atender la realidad diaria municipal. Las reuniones con vecinos y colectivos marcan el verdadero puso de la ciudad.

El resto de la anotación tiene una densidad informativa similar. Algún malpensado se tomaría esto como una burla pueril de alguien que cree o quiere hacer cree que la transparencia en el ejercicio del gobierno consiste en informar cuando se toma el primer café de la mañana. Se equivocan. El joven aunque suficientemente instalado alcalde de La Laguna ofrece una ingente cantidad de datos en esas pocas líneas. Basta con saber leerlo atentamente y con espíritu constructivo. Madruga y a quien madrugada dios y Santiago Pérez –que sufre insomnio – le ayudan. Y si practica deporte a la luz incierta del amanecer es porque es joven y fuerte y disciplinado. ¿Y ese piropazo a la prensa como columna de la convivencia democrática? Reparen ustedes que acompaña a su hijo a la escuela infantil, no lo lleva. Lo respeta demasiado. Y, por último, ese temblor hegeliano en la prosa: atender a la realidad. No atiende ni a la imaginación ni a la fantasía, sino a la realidad misma. Es admirable. Esas reuniones con vecinos y colectivos y colectivos de vecinos y vecinos colectivizados son la esencia misma de una pasión irreprimible por el bienestar de todos. Así está La Laguna.

Y eso que sus colaboradores han impedido a Luis Yeray Gutiérrez trasponer la integridad de sus anotaciones, que fueron debidamente depuradas por su gabinete de prensa y supervisadas por don Santiago Pérez.  En realidad su cronología rezaba así:

6.30. A ver si arranco de una vez. Ayer pensé que podría correr media horita en la supercinta que me regalaron en Navidades, pero me parece que ya si mañana. Pero tengo que levantarme….

6.50. Chinco minutitosh mash…

7.30. Joder se me ha hecho tarde. Solo voy a poder tomarme un café. Me mando luego una ensaimada en el despacho. ¿Qué hace ese montón de periódicos sobre la mesa? Ah, son de ayer.

9.15. Vecinos, vecinos y más vecinos. La Laguna está llena de vecinos. Es increíble cuántos laguneros caben  en esta ciudad.

10.45. ¿Verode no va con b? ¿De verdad es con v? Debo  llamar a Santiago inmediatamente.

 

 

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Malos como un pasillo del Hospital Insular

Es divertido. Están fraguando dos relatos supuestamente antagónicos sobre la dimisión de Conrado Domínguez y sus antecedentes y consecuentes políticos. Según el primero el exdirector del Servicio Canario de la Salud es un probo, concienzudo y leal servidor público que ha sido elegido como cabeza de turco por aquellos que conocían perfectamente la compra fraudulenta de las mascarillas en el explosivo momento inicial de la pandemia. Que buen vasallo si hubiera buen señor. Según el segundo, el señor Domínguez, por supuesto, actuó por su cuenta y riesgo, no le dijo nada a nadie y es más, nadie, absolutamente nadie, ni siquiera en la Consejería de Hacienda  — ignoro las razones por las que en estos primorosos relatos jamás aparece la  Consejería de Hacienda ni la Intervención General –se enteró de sus beneméritos tejemanejes, y menos que nadie, el presidente del Gobierno autónomo, a su vez presidente del comité de emergencia sanitaria creado por el propio Ejecutivo y en el que se incluyó  –¿y quién decidió incluirlo? – al por entonces secretario general técnico de la Consejería de Obras Públicas. En ambos relatos se menciona, como casualmente, la válvula de seguridad para que todos escapen locos: existía una legislación extraordinaria que toleraba  ciertas flexibilidades que para algunos, al parecer, resultaban infinitas. Pues no es así. Esa legislación de emergencia –un decreto ley – autorizaba a simplificar y abreviar procedimientos pero no a saltarse a la torera ni principios básicos de Derecho ni el control administrativo que es, precisamente, garantía de un uso correcto y pertinente de los fondos públicos. El presidente Torres se mueve anfibológicamente – es filólogo – entre ambos extremos y sostiene al mismo tiempo que su Gobierno recuperará hasta el último euro perdido –  y admite así subrepticiamente una estafa – y que se realizaron muchísimas operaciones inhabituales pero no ilegales en toda España porque la carencia de material sanitario era terrible – y admite indirectamente que no es reprochable jurídica y moralmente lo ocurrido. Si no se cometió una ilegalidad clamorosa, ¿por qué están encausados exaltos cargos del Ejecutivo, por qué va a declarar el propio Torres como testigo en los próximos días?  El decreto ley supercalifragilisticoexpialidoso no te blinda si cometes estafa, prevaricación o malversación de caudales públicos.

Mientras el presidente hablaba sobre la maravillosa actuación del SCS durante la pandemia en las Urgencias del Hospital Insular se prolongaba un caos espeluznante y casi enloquecido. Más de 120 pacientes esperaban en la tarde de ayer ser ingresados. Pero no hay camas. Otros muchos se acumulan en camillas en los pasillos. También ha ocurrido en el Negrín y las urgencias atardecen cada día próximas al colapso en los hospitales Universitario y La Candelaria en Tenerife. Hay jornadas atroces en las que simplemente no se pueden atravesar los pasillos porque se encuentran casi bloqueados. Y los sanitarios advierten que el invierno no ha llegado y los casos de gripe – como los de la nueva subvariante del covid – van a aumentar, como ocurre estacionalmente. Es realmente indignante que después de la experiencia de la pandemia y con los recursos financieros de los que se dispuesto en los dos últimos años la situación no haya hecho más que empeorar. Esa campanuda Estrategia Integral de Atención Primaria y Comunitaria 2022-2023, presentada por Blas Trujillo el pasado abril como un prodigio de planificación conradezca dotado de casi 60 millones de euros y con la contratación prevista de 774 médicos, enfermeros, psicólogos clínicos y documentalistas se ha visto absolutamente desbordada por los hechos. Como gestores sanitarios son ustedes muy malos. Pero malos a rabiar. Son ustedes peores que un pasillo  del Insular a medianoche. El PSOE llegó al poder sin una estrategia política ni un programa técnico para la reforma organizativa y el fortalecimiento del sistema sanitario público y ha improvisado y ha arrastrado los pies desde el primer día. Y en lo peor de la pandemia fichan al mismo Conrado Domínguez que pusieron a parir durante el Gobierno de Fernando Clavijo. Ya no saben dónde meterse y, para colmo,  no es demasiado improbable que termine alguno de ustedes en un juzgado.

 

 

 

 

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Franquet como síntoma

Una vez, en alguna red social, le recordé a la señora María Franquet su sueldo (cobra unos 84.000 euros anuales, más que el presidente del Gobierno autónomo) y me respondió, con un prodigioso ingenio,  que al menos su retribución era pública, tal vez reclamando que adjuntara mi declaración de Hacienda en cada columna,  quizás insinuando que me pagan poderes ocultos a través de cuentas en paraísos fiscales, otrosí porque no se le ocurría nada. Lo tercero –teniendo en cuenta su trayectoria política — es lo más probable. Franquet suele responder a cualquier crítica con la descalificación, y cuando no le alcanza la descalificación, utiliza el insulto, y si finalmente si el insulto no basta, opta por la victimización. Siempre van a por ella. No insistiré en lo ya muy conocido, es decir, en esas tres palabras de su biografía oficial tal y como reza en la web del Cabildo de Tenerife y que pretenden ser una síntesis de su curriculum académico y su experiencia profesional: consultora de igualdad.  Esa no es la causa de su limitada y paupérrima capacidad como gestora pública, sino más bien su efecto.

Mi modesta hipótesis Franquet – que procura encontrar una explicación a la existencia misma de una clase de político que puede prescindir de conocimiento, de destrezas, de sentido institucional e incluso de una mínima empatía – se incardina, por supuesto, en el horroroso sistema de selección de las élites políticas en España y en Canaria. Los partidos –supuestos instrumentos de participación en los asuntos públicos — han devenido ámbitos cerrados en los que cuenta únicamente la participación en un grupo influyente capaz de negociar cuotas en cargos y candidaturas a cambio de la lealtad perruna al jefe de turno.  No hay más. No se valora ni el prestigio profesional ni la experiencia laboral ni la solidez académica; cualquier brillantez se considera sospechosa, cuando no directamente vituperable. El PSOE canario llegó a presentar como candidata presidencial a Patricia Hernández, que carecía de cualquier experiencia de gestión, por modesta que sea, en el mundo empresarial o en la administración pública. Si eso puede ocurrir no hay nada de extraño en que Franquet – en las Juventudes Socialistas desde los 14 años — se haya profesionalizado como política. Jamás ha dependido de sus propios electores para vivir de esto: basta con que te pongan los jefes en puestos tan inverosímiles como la jefatura del gabinete de la Gerencia de Urbanismo de Santa Cruz de Tenerife, en el Instituto Canario de Igualdad o ahora en el Cabildo de Tenerife. Por supuesto, convertir el aparatismo en una virtud democrática, adherirse a los ganadores o jurar amor incondicional a los superiores que distribuyen el maná no son rasgos exclusivos del PSOE. Es una lepra que infecta a todas las fuerzas políticas.

Por eso la señora Franquet no temió nada de los trabajadores de Ansina antes y ahora nada teme de los trabajadores del Instituto de Atención Social y Sociosanitaria. Si los empleados del IASS denuncian una y otra vez la carencia de personal y de material básico para atender a los enfermos o dependientes – sábanas o palanganas, por ejemplo – a Franquet le importa un rábano y es ella la que se indigna con los representantes sindicales quienes, por supuesto, están manipulados por Coalición Canaria, porque entre Carlos Alonso y Comisiones Obreras existe un pacto de sangre firmado en el castillo de los Cárpatos. Si es necesario Franquet aconsejará a los trabajadores a acudir a los juzgados para que denuncien a sus propios centros o mejor, incluso, a sí mismos, como maltratadores de ancianos. Cualquier mezquino cinismo antes que admitir la evidencia de una gestión torpe y gandula y sentarse a negociar. Porque Franquet cobra como cargo público, pero ejerce como militante del PSOE y activista de sí misma: su verdadera vocación política. Por así decirlo.

 

 

 

 

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