Ramón Trujillo

Un tipo como este

Yo no creo que la apertura de un Museo Rodin en Santa Cruz hubiera sido un error si se hubiera entendido como una herramienta que articulase un proyecto cultural para la capital tinerfeña más amplio e inclusivo que el museo mismo. Al menos es discutible y en ese espacio de discusión entiendo y respeto a varios de los que rechazaban terminantemente un acuerdo con la entidad francesa. Lo que se me ha antojado penoso es la actitud de la oposición municipal, sus miserias argumentales, sus fantasías pufísticas y su inveterada incapacidad para ofrecer alternativas. Eso ha sido suficiente para que un pequeño personaje de opereta transformadora, el concejal Ramón Trujillo, se deleitara en la Noche de Reyes con un regalo que se hizo a sí mismo: insultarme. Yo sobre Trujillo, en el lapso de treinta años, habré escrito cuatro o cinco veces, pero confieso que siempre abundando en una idea fundamental: un tipo como este ha sido uno de los principales obstáculos al que ha debido enfrentarse la izquierda en Santa Cruz y en Tenerife. La izquierda, en esta capital, no ha tenido como mayor adversario a CC, al PP y ni siquiera al PSOE, sino a sí misma y a los que han decidido administrarla per secula seculorum  para llevarla a un fracaso tras otro. En sus torpes denuestos Trujillo me tacha de izquierdófobo, como si detestar a la izquierda fuera una enfermedad mental; él, en cambio, es un derechófobo, lo que es ético, justo y necesario, porque la gente de derechas es una basura. Se me antoja maravilloso. Un tipo como este, que frustró el acuerdo electoral en 2019 entre UP y Alternativa Sí se Puede, impidiendo obtener cinco o seis concejales porque él y solo él debería encabezar la lista al ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, debería ser más discreto a la hora de distribuir carnets de enemigos de la izquierda.

Lo que más le indigna a Trujillo, con todo, es que yo “trivialice y justifique”  la censura de los medios de comunicación. Por más que releo ese artículo que tanto lo ha exasperado no encuentro ningún argumento a favor de la censura. No me extraña: Trujillo entiende por censura el hecho de que los medios no de adhieran a sus discursos, sus críticas y sus denuncias. Si no le das la razón ampliamente a Trujillo es que te están censurando aunque no lo sepas, triste y alienado totufo. El concejal ha insistido testarudamente en que incluso han despedido a periodistas para evitar que sigan hablando, pero no acierta a poner un solo ejemplo. Yo sí sé distinguir la censura. Por ejemplo, cuando un político mediocre y temblón se lanza en una red social a desacreditar a un periodista – algo que ha practicado más de un concejal en el ayuntamiento santacrucero – está intentando amedrentarlo, es decir, censurarlo. He escrito aquí muchas veces lo que todos sabemos: la crisis económica y la decadencia del modelo de negocio han debilitado a los medios frente al poder político, en Canarias, en España, en Argentina o en Italia. La mayor censura que sufrimos los periodistas es no encontrar trabajo, es ser despedidos por ajustes de plantilla o cierre de la publicación o la emisora, es cobrar poco o mal, lo entiendan los trujillos  o no lo entiendan, prefieran la puñetera realidad o sus ensueños de heroísmo masturbatorio. En todo caso a usted, concejal, nadie le ha dado vela en nuestro entierro.

Uno puede y a veces debe referirse a un político como una medianía inútil, como un personaje superfluo que cree que la ideología puede rescatarlo de su manifiesta inutilidad, como alguien que durante lustros no ha alcanzado a aportar nada al bien común ciudadano. Nada de esto alude a su honestidad, su honorabilidad o a ningún aspecto de su vida privada. No entender una obviedad tan inmediata aclara, también, las convicciones democráticas de un tipo como este y su respeto a la crítica como una función básica del periodismo plural y libre.

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La dimisión de Gorrín

Una actitud sectaria pero, sobre todo, un mezquino egoísmo impidieron que Unidas Podemos empatara con el PSOE en el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en las elecciones locales de 2019. El acuerdo entre Sí se puede – la única fuerza ecosocialista con una modesta pero sólida implantación socioelectoral – e Izquierda Unida. Ramón Trujillo, cuyo liderazgo ha conseguido que IU jamás levante cabeza en la capital tinerfeña, se empecinó en que le correspondía encabezar la lista electoral, perjudicando a Pedro Fernández Arcila. Porque Trujillo es pura modestia y bonhomía hasta que le toca defender fiera y testarudamente su posición personal. Eso sí que no. Por estos y otros motivos – Sí se puede sostenía que si las izquierdas sumaban mayoría absoluta deberían estar todas en el gobierno municipal, Trujillo no tanto – Sí se puede se negó a firmar a alianza electoral. SSP había conseguido cuatro concejales en 2015, el acuerdo entre Izquierda Unida y Podemos apenas llegó a los tres. Y uno intuye que si consiguió tres concejales, ap

Una actitud sectaria pero, sobre todo, un mezquino egoísmo impidieron que Unidas Podemos empatara con el PSOE en el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en las elecciones locales de 2019. El acuerdo entre Sí se puede – la única fuerza ecosocialista con una modesta pero sólida implantación socioelectoral – e Izquierda Unida. Ramón Trujillo, cuyo liderazgo ha conseguido que IU jamás levante cabeza en la capital tinerfeña, se empecinó en que le correspondía encabezar la lista electoral, perjudicando a Pedro Fernández Arcila. Porque Trujillo es pura modestia y bonhomía hasta que le toca defender fiera y testarudamente su posición personal. Eso sí que no. Por estos y otros motivos – Sí se puede sostenía que si las izquierdas sumaban mayoría absoluta deberían estar todas en el gobierno municipal, Trujillo no tanto – Sí se puede se negó a firmar a alianza electoral. SSP había conseguido cuatro concejales en 2015, el acuerdo entre Izquierda Unida y Podemos apenas llegó a los tres. Y uno intuye que si consiguió tres concejales, apenas el 10% de los votos emitidos, es porque muchos ciudadanos no se enteraron de la jugada. Trujillo apoyó la moción de censura para desalojar a CC del poder municipal y convertir a Patricia Hernández en alcaldesa. Por supuesto no entró a gestionar nada. Probablemente le da terror.

El PSOE ha mantenido una oposición irregular, pero combativa y más o menos coherente con su particular argumentario político en Santa Cruz de Tenerife. Unidas Podemos, en cambio, es prácticamente invisible. Pero también lo fue durante el breve mandato de Hernández. La auténtica vocación de Trujillo es la invisibilidad y su afán moralizador consiste en esbozar ese gesto cansado del que sabe que tiene toda la razón política en su combate contra el Mal pero que está destinado a perder siempre porque el verdadero nombre del Capital es legión y habita entre nosotros.  Bien pensado es extraordinario. ¿Qué hace un señor como Trujillo, perdiendo elección tras elección, encadenando ridículos porcentajes de voto como quien colecciona miniaturas, emitiendo pomposas naderías cada vez que tiene ocasión, jibarizando a su propia organización política hasta convertirla en una especie de souvenir del viaje de cuatro cansinos a una caricatura de utopía? ¿Izquierda Unida no tiene a nadie más, incluso para perder? ¿Alguien que al tomar la palabra no parezca que esté sufriendo un ataque de gastritis?

Pues bien, cabe imaginarse a una personalidad como la de Trujillo tutelando el trabajo de su grupito municipal y las relaciones entre IU y Podemos. Como para Pablo d’ Ors, maestro de la meditación, para Trujillo quietud y plenitud son sinónimos. Ningún trabajo para intensificar las relaciones de los socios de UP. Ninguna reflexión conjunta sobre la estrategia a seguir una vez que José Bermúdez regresó a la Alcaldía. Nada. Absolutamente nada. Si a eso se añade que Podemos está perfectamente difunta en el municipio chicharrero (las tiendas de los chinos son más visitadas que la sede de la Rambla Pulido) las perspectivas no son muy halagüeñas. En un contexto como este a nadie le puede sorprender la dimisión de la concejal Yaiza Gorrín. Hace unos días Gorrín figuraba entre los cargos públicos que habían apoyado la decisión de Mery Pita de abandonar Podemos, aunque a diferencia de la hocicuda diputada, ella sí entregará el acta de concejal. Por supuesto ha caído una pequeña llovizna de descalificaciones sobre la dimisionaria. Pero es absurdo. Gorrín simplemente está hastiada por lo que pudo haber sido y no fue y por la desidentificación de su proyecto político. Por supuesto que nada de esto tendrá trascendencia. Salvo que Alberto Rodríguez tome una decisión y comience a moverse. Entonces podía pasar algo. Y no solo en el ayuntamiento de Santa Cruz.

 

 

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Más izquierdas

Después de los comicios autonómicos y locales, la mayoría de los dirigentes de las izquierdas isleñas han cumplido rigurosamente con su liturgia poselectoral, que se articula en dos ritos. El primero consiste en escarnecer las maldades del sistema electoral, que si bien es un ejercicio coherente y aplaudible en el caso de las elecciones autonómicas y sus malhadados topes, se me antoja bastante grotesco cuando se habla del Cabildo Insular, como lo hizo Ramón Trujillo, quien aseguró que se había birlado a la coalición SXT- Izquierda Unida un consejero al que tenía derecho. Toda vez que el procedimiento para la elección de los consejeros de los cabildos insulares es idéntico al que rige en la elección de los concejales de los ayuntamientos, es decir, se atribuyen en función de los resultados del escrutinio entre los partidos que hayan obtenido al menos el 5% de los votos válidos emitidos, aplicando para la proporcionalidad la fórmula de divisor d’Hont, cabe deducir que Trujillo sostiene su argumentación exclusivamente en argumentos morales. ¿Cómo es posible que nosotros, que somos los buenos, no obtengamos ni ese mísero consejero, que además era yo? Intolerable. Es fruto de una maldad artera y planificada. Al parecer el señor Trujillo no conocía previamente el régimen electoral y se vio sorprendido por su intrínseca villanía en la noche del pasado día 22. Sí, sinceramente, Trujillo, y tantos otros trujillos de las izquierdas en los últimos veinte años, me recuerdan la irritada observación de Max Weber en El político: “Esa manía clerical de utilizar la ética para tener razón…”
El segundo rito consiste en llamar lúcidamente a la unión de las izquierdas en la lucha final. Es un clásico, pero en esta coyuntura, y observando los resultados electorales, existen razones para reformularlo. En un magnífico análisis de los resultados electorales, Daniel Cerdán ha señalado que el voto disconforme con el establhisment partidocrático en Canarias ha llevado a uno de cada tres electores a votar en blanco, a votar nulo o a preferir a opciones políticas sin representación parlamentaria, casi todas de izquierda o centro-izquierda. En todo caso la confluencia de las izquierdas en una sola plataforma político-electoral no puede ser un debate sobre cuotas en las listas o conciábulos ideológicos. Debería empezar pasado mañana. Y no únicamente en las instituciones, sino, sobre todo, en la sociedad civil canaria, cuya fortaleza y autonomía son todavía una hipótesis. Las más importantes fuerzas de las izquierdas canarias tienen que priorizar un trabajo político conjunto y coordinador en el espacio público canario antes que emperretarse en frangollar alianzas electorales tres meses antes de que se abran las urnas.

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Observación

A propósito de las explicaciones de Ramón Trujillo sobre la derrota electoral de SXT-IU al Cabildo, una derrota perfectamente predecible (y predicha) hace tres semanas, recordé de nuevo la frase de Max Weber en El Político: «Esa manía clerical de utilizar la ética para tener razón».

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