Retiro lo escrito

El juego prohibido

En un país arrasado, con tasas de desempleo desconocidas en el resto de Europa y una precariedad laboral creciente, 30.000 desahucios de viviendas anuales y una deuda pública del 100% del PIB, en un país con unos servicios públicos sometidos a una degradación aterradora — ¿ha visitado ustedes el caos campamental de las urgencias de la Residencia Universitaria últimamente? – una renta familiar en caída libre, sin circulación del crédito bancario y una investigación científica desertizada, no deja de ser un espectáculo fascinante la exhibición de pútrido cinismo del Partido Popular durante la presente campaña electoral. ¿Cómo puede conciliarse esta situación miserable con los gritos triunfales, el optimismo babeante y afirmaciones tan indescriptiblemente estúpidas como la de la vicepresidenta del Gobierno, según la cual a España es conocida mundialmente como “la Alemania del Sur”? Porque les trae sin cuidado. La campaña electoral es – para el PP como para el resto – un largísimo spot televisivo, no un debate sobre análisis y propuestas políticas. Y como cualquier producto audiovisual tiene sus propias normas y códigos que para nada tienen que considerar la realidad.
La realidad – los ciudadanos – actúa con puntual reciprocidad y se desentiende de las elecciones. Las encuestas prevén una abstención muy cercana al 60%. El partido que gane las elecciones solo podría decir que le ha votado uno de cada siete u ocho ciudadanos. No lo dirá, por supuesto. Los otros ganadores – IU, los independentistas nucleados alrededor de ERC, esa anécdota chusca, Podemos – mencionarán la abstención, pero entre sonrisas de satisfacción. Porque la abstención debe ser responsabilidad de la derecha y los socialdemócratas, no de las izquierdas. La gente no vota porque sabe o intuye lo que hay. En un espléndido artículo publicado ayer en El País, Conde-Ruiz y Rubio-Ramírez argumentan fehacientemente que el Gobierno español será incapaz de cumplir el Programa de Estabilidad para 2014 que ha enviado a Bruselas. “O  se ejecutan nuevos recortes de una magnitud semejante a los del periodo 2011-2013– salarios de los funcionarios, sanidad, educación, servicios sociales – o será imposible cumplir con los objetivos establecidos”. La nueva Comisión se mostrará implacable con España y su presidente no será elegido por los flamantes diputados. El Tratado de Lisboa no dice nada de eso. Lo eligirán los gobiernos. Los ciudadanos votan masivamente cuando las oportunidades de cambio y transformación son reales. Sí, están en juego el proyecto europeo y la propia democracia. Pero la principal regla del juego es que las reglas no pueden cambiar y los croupiers solo reparten cartas entre ellos.

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El adagio chapucero

El Consejo Consultivo de Canarias, en un informe remitido al Gobierno regional el pasado marzo, despieza y tritura con el asco de un carnicero vegetariano una de las chapuzas más groseras y descaradas en la crónica autonómica, el denominado hilarantemente proyecto de Ley de Armonización y Simplificación en materia  de protección del territorio y los recursos naturales. El Consejo Económico y Social ya se había pronunciado anteriormente en términos semejantes. Incluso para un lego en materia de Derecho el texto del proyecto legislativo es obscenamente estúpido, aunque, por supuesto, encierra una astucia intencional: la derogación de facto de las directrices de ordenación territorial y la privatización irrestricta del planeamiento urbanístico. Lo asombroso es que para conseguir tal finalidad el texto gubernamental, que parece redactado por un oligofrénico empapado en coñac, se dedica a multiplicar normativas reguladoras e incluso crea un nuevo organismo administrativo, una Oficina de Consulta Administrativa que, tal y como indica con ironía el Consejo Consultivo, “significa todo lo contrario a un proceso de simplificación administrativa”.
Hasta cinco causas de inconstitucionalidad registran los consejeros en un proyecto de ley “que no deroga normativas anteriores”, crea nuevas contradicciones conceptuales y procedimentales y no se preocupa por deshacer flagrantes antinomias pese a la inseguridad jurídica que tan verbosa negligencia acarrea. Son prodigiosas las alegaciones del Ejecutivo a alguna de las críticas. ¿Qué el proyecto de ley no deroga normativa anterior ni resuelve el infecto manglar de contradicciones e incoherencias acumuladas por los legisladores en los últimos quince años? Pues “basta aquí remitirse al adagio de que la ley posterior deroga a la anterior”.  El adagio, dice el artistazo. El informe del Consejo Consultivo, como se sabe, es preceptivo, pero no vinculante, y dada la sordera demostrada por el Gobierno autonómico, y en particular por su presidente, en los últimos años, resulta previsible que se lo fumen y que antes de terminar la legislatura este monstruoso engendro jurídico – una síntesis difícilmente superable de privatización de la planificación urbanística y cosmético ordenancismo normativo y reglamentario: lo peor de cada casa – se convierta en ley.
Una negligencia torticera. Una ineptitud no solo política, sino también técnica, a prueba de consejos consultivos o audiencias de cuentas, indiferente a cualquier observación desde la sociedad civil. Esta conjunción de torpezas, ensoberbecimiento, autismo administrativo y subordinación mostrenca al sector más voraz de las élites empresariales es  (también) un ejemplo de pésima gobernanza que socava la legitimidad democrática y desprestigia a las administraciones públicas.

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Crueldad y delirio

Muchos se asombran por la cantidad de gente que han descubierto en twitter deseando, anhelando, festejando, proponiendo que se asesine. Yo no. Estoy convencido de que en esta misma isla donde resido – en la que los asesinatos son muy infrecuentes – viven varios cientos de personas, calculando por lo bajo, a los que les gustaría ver tiroteados a políticos, empresarios, sindicalistas, jefes, albañiles, fontaneros, inmigrantes, cuñados. Muchos comparan los tuits de los apologistas del asesinato con los desahogos en la barra de un bar. Se equivocan. Ahí seguirían, el la barra del bareto cubierta de cagaditas de moscas, sentenciando a muerte al objeto de su ira, si solo se tratara de eso. El usuario de twitter es perfectamente consciente del uso de la tecnología. Afirma su barbaridad para que se difunda y disfruta de la percepción de singularidad – y de la intensificación fugaz de su identidad a través de la escritura y de un mensaje suyo y solo suyo. El usuario de twitter sabe (¿podría ser de otra manera?) que no está hablando (escribiendo) solo, sino para otros. La pulsión que comparten estos supuestos heraldos del odio es la pasión por la crueldad. La abismal voluptuosidad de la crueldad que necesariamente debe compartirse para alcanzar su más regocijante expresión.  Ser cruel presupone la ausencia de matices, dudas o ambigüedades. Ser cruel es sentirse vivo.
Esta obviedad – que puede detectarse en las óperas, en las tragedias clásicas, en las corridas de toros, en las telenovelas o en los partidos de fútbol – suele ser obviada con tanto éxito que ahora nos hiela el aliento encontrar el deseo del exterminio al prójimo en los tuits de miles de personas. Lo que debe hacerse es aplicar el código penal vigente y punto, no crear brigadas policiales a las que el amanecer encuentre fiscalizando el timeline de los tuiteros. Y aplicarlo en todos los casos denunciables, no a los que afectan a uno u otro partido político. Porque resulta incomprensible que se actué con una vertiginosa celeridad en el caso de un tuitero casi adolescente mientras en Tenerife, por ejemplo, un chulesco mamarracho se dedique a amenazar de muerte y a vejar a quien se le antoje desde una emisora ilegal llamada Mi Tierra Televisión. Hace poco explicó con todo lujo de detalles como le pegaría tres tiros en la boca al alcalde de Marinaleda, pero antes ha excretado sus basura sobre políticos y ciudadanos de Puerto de la Cruz. Lleva años ejerciendo el matonismo más nauseabundo impunemente. Y no usa twitter.

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Paulino y/o el Ser Supremo

A Paulino Rivero, presidente del Gobierno autonómico, se le ha podido escuchar disertando sobre las virtudes salutíferas del juego de petanca, la transubstanciación del gofio que convierte el millo en canariedad, los efectos del cambio climático, las complejidades de la globalización financiera o el amor incondicional que cualquier alma noble siente por los pajaritos. Siete años de progresiva incontinencia verbal – estimulada por la obsesión por las fotos, los titulares y los baños de multitudes chiquitas o grandes –dan para mucho. Pero no es suficiente. Nunca lo es. Ahora los sufridos ciudadanos isleños pueden disfrutar de unas gotas de sabiduría teológica que el señor presidente derramó en Puerto del Rosario, donde se plantó para participar en un acto religioso de la llamada Misión Cristiana Moderna. Como Dionisio Areopagita, pero con corbata y gemelos, Rivero tomó el micrófono y se dirigió a la arrobada congregación.
“Siempre es importante tener una referencia…Creer en algo…Creer en un Ser Superior…Creer en un Ser Superior para ser mejores personas, mejores ciudadanos, mejores pueblos, mejores naciones…Hay que tener esa referencia…”  No es un vídeo de Abukaka o de El Supositorio. Esta maravilla se la pueden descargar de youtube. Yo lo hice y reconozco, víctima de la fascinación, creí que se trataba de un discurso de Rivero al Consejo Político Nacional de CC. Al final y al cabo los sociólogos de la religión nos explican que el concepto de divinidad es una proyección trascendente del concepto de nosotros mismos, de nuestros miedos y ambiciones, de nuestro código moral y de las reprimidas ganas de saltárnoslo. Que se enteren los amigos, enemigos y mediopensionistas del consejo político. Es imprescindible contar con una referencia y creer en un ser superior y, por supuesto, designarlo candidato presidencial por tercera vez consecutiva, porque si no dejaría de ser un ser superior y crujirían el orden del universo y las ubres de las cabras, y ya sería imposible alcanzar, compañeros y compañeras, ninguna vida digna de ser vivida.
Pero no. El presidente del Gobierno autonómico solo estaba tomando parte de un acto social y religioso organizado por una congregación evangelista. Explicando que resulta indispensable compartir la fé en Dios para comportarse correctamente y avanzar en la vida individual y colectiva. Un presidente predicando y advirtiendo que sin religión la vida se vacía desprovista de un sentido totalizador de la existencia. Un presidente sermoneando, amonestando, dictando simplonerías a modo de doctrina religiosa. Un presidente faltando el respeto a su cargo, a sus votantes y a todos sus conciudadanos. Solo era eso.

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Debate amormado

El debate sostenido ayer por varios candidatos al Parlamento Europeo en el Club La Prensa devino previsiblemente decepcionante y a buen seguro marcará la mediocre tónica dialéctica en los próximos días. Los mejores conocedores de la Eurocámara – Gabriel Mato y Juan Fernando López Aguilar – no hablan de lo que saben mientras los representantes de IU y de UPyD no saben de lo que hablan. Javier Morales, el candidato fantasmagórico de Coalición Canaria, repitió el devocionario de las singularísimas especificidades del Archipiélago, que solo puede ser comparado consigo mismo, como el Dios de Agustín de Hipona. Pese a débiles resistencias ninguno pudo sustraerse a la nacionalización de la discusión política mientras las referencias a Europa, sus políticas e instituciones generalmente fueron vagas, intermitentes y  muy poco propositivas. Para Gabriel Mato todo se ha hecho aceptablemente bien y en España comienza a amanecer. Para López Aguilar la mayoría conservadora en Bruselas y Estrasburgo ha llevado a la UE a su mayor crisis de su historia mientras (se supone) tal desastre pilló a los comisarios y diputados socialdemócratas en el cuarto de baño. Mientras Morales continuaba encerrado en su placenta a salvo del calentamiento global, Elvira Hernández y Miguel Ángel González se dedicaban a afearles el bipartismo al PP y al PSOE. Gente mala, gente regimental, gente bipartidista, puaj.
Socialdemócratas y conservadores llevan más de un cuarto de siglo proclamando su acendrado europeísmo, pero hasta el momento el creciente abstencionismo electoral de los españoles les ha resultado indiferente. Pedagogía política, ninguna, salvo el difuso mensaje de que incorporarse al Mercado Común primero y a la Unión Europea más tarde significaba incorporarse a un futuro de prosperidad económica y calidad democrática destinado a romper definitivamente la tibetanización del país. Treinta años más tarde ese atractivo ha desaparecido, pero mientras las derechas europeas comparten un programa inequívoco las izquierdas ni siquiera proponen convincentemente las reformas institucionales y normativas que urgen a la UE para no seguir prostituyendo hasta la aniquilación sus principios fundadores, combinando eficacia económica y políticas redistributivas. López Aguilar pide más estímulos fiscales “implicando al Banco Central Europeo”, como si se tratara de invitar a Draghi a unas cañas, y Elvira Hernández pide auditorias a los fondos europeos para pasar el rato. Va a ganar la abstención. Pero verán ustedes como en la noche electoral no la felicita nadie.

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