Becas y tetas

La ociosa pregunta habitual de para qué sirve el periodismo la ha contestado una redactora de ABC y tertuliana frecuente de la COPE, que explicó hace unos días que mucha protesta por el nuevo sistema de becas que pretende imponer el ministro de Educación, rojos y masonazos, pero que ella sabía de buena fuente que hay alumnas que utilizan el dinero de su beca para operarse las tetas. Aunque la periodista no lo precisó, cabe suponer que el objetivo de dichas operaciones quirúrgicas consistió en aumentar el volumen, porque una reducción mamaria deviene incompatible con el enriquecimiento intelectual, tal y como demuestra Pamela Anderson, insigne becaria de la playa, como lo es Eustasio López. Por supuesto, a la compañera la han lapidado en las redes sociales. Tanta hipocresía abruma, porque a ver quién no se ha operado las tetas en este país gracias a un manirroto Estado de Bienestar. Todos los grandes empresarios canarios, por ejemplo, han utilizado las subvenciones o la Reserva de Inversiones para operarse tetas y glúteos y maximizar así la igualdad de oportunidades. Ya está tardando el presidente Paulino Rivero en incluir en su blog una entrada flamígera sobre el maltrato de las tetas y culos canarios en los presupuestos generales del Estado. No queremos tetas por antojo –debería subrayar el presidente – sino las tetas que nos corresponden por justicia. Ni una mamella más ni una menos.
La periodista, que ha pedido respeto para su esclarecedora afirmación,  ha demostrado que el periodismo, actualmente, sirve para distraer al personal. Tuve un director que defendía que los periodistas eran porteras con bachillerato y que sin ciertas reglas el periodismo se reducía a un vocinglero patio de vecindad. La regla principal consistía en el respeto a los hechos, una ridiculez al que cualquier usuario de twitter le saca diez ingeniosos aforismos en cinco minutos. Finalmente estamos en un país en el que los dirigentes del partido del gobierno vacían las arcas de su organización – alimentadas mayoritariamente con dinero público – para pagarse sobresueldos escandalosos, pero en el que las becas son sospechosas de terminar materializadas en pezones de diseño. Mientras tanto Wert y compañía siguen adelante, entre débiles protestas, en su carrera hacia una universidad en la que el Estado siga aportando el 70% de los costes educativos, pero en la que las clases medias y trabajadoras se retiren para siempre jamás y la democratización de la enseñanza superior, así como la movilidad social, arda en el fuego de los aspiraciones rotas de las próximas generaciones de españoles, golfetes, que ni para tetas van a tener.

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Virgencita

En Todo lo que era sólido, su lúcida y cívica requisitoria sobre la polvorienta prosperidad que nos ha traído el fango de la crisis, Antonio Muñoz Molina no olvida mencionar la decepción de los gobiernos municipales de izquierda. En 1979 los pactos municipales entre el PSOE y el PCE permitieron que la mayoría de los ayuntamientos del país fueran gobernados con programas progresistas. Pero aquellos primeros alcaldes y concejales resultaron pronto sustituidos por gente nueva “que seguían compartiendo la misma retórica, pero que se dispusieron a encabezar las procesiones y jalear a cristos y vírgenes”. Ciertamente. Pero en Tenerife, a veces, no hubo que esperar tanto. Ahí está el ejemplo del alcalde de Adeje, el señor Rodríguez Fraga, cuya afición a probar mantos y estolas a las vírgenes y a los santos lo muestran como un auténtico fashion victim de todas las capillitas de su término municipal. Hace pocos días, sin embargo, llegó la última noticia al respecto: la Virgen de los Dolores de la Montaña (sic) fue nombrada por el ayuntamiento de Fasnia Alcaldesa Honoraria y Perpetua.
El alcalde de Fasnia, un señor con carnet del PSOE llamado Damían Pérez Viera, proclamó en el solemnemente chiripitifláutico acto que “no hay mayor honor que podamos hacer a nuestra virgencita (sic) que concederle la más alta dignidad municipal”. Según afirman las crónicas Pérez Viera le entregó  a la efigie una copia del bastón de mando municipal, pero no consta que lo haya recogido. Contemplar a un sujeto mayor de edad, con sus facultades mentales supuestamente intactas y alcalde de su municipio dirigirse a una figurita policromada con perfecta seriedad y hasta con contenida emoción es un espectáculo manicomial que se acepta con pasmosa naturalidad por todo el mundo. En primer lugar, por los propios concejales, que en ese mismo momento están pisoteando la Constitución y el principio fundamental de la separación entre la Iglesia (Católica) y el Estado. El alcalde y los concejales de Fasnia, como los que han incurrido en la misma práctica en otros municipios, no muestran ni tolerancia, ni generosidad, ni respeto a tradición alguna: simplemente están incumpliendo su deber institucional de evitar cualquier exhibición o preferencia confesional en su actuación pública. Ni la Virgen de los Dolores, ni Alá el Misericordioso ni el Buda Iluminado merecen el bastón de mando. Y no solo porque no existan, sino porque esto, hasta que se decida lo contrario, sigue siendo un Estado aconfesional, y no hay anhelo de propaganda política que justifique su corrupción simbólica.

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Entrevista a Francisca Luengo

La gestión de la entrevista (imaginaria) con Francisca Luengo, consejera de Empleo, Industria, Energía y Comercio del Gobierno de Canarias, fue particularmente compleja. Desde su gabinete se nos remitió un listado que, bajo el epígrafe de Cuestiones previas para una entrevista progresista y democrática, incluía:
–Solicitud de certificado de penales
— Solicitud de certificado de vacuna antirrábica.
— Perfil ideológico certificado por la Fundación Ideas (tres copias autenticadas)
— Certificado de haber estado domiciliado fuera del territorio de la Comunidad autonómica canaria entre 2007 y 2011 (Ministerio del Interior) o de no recordar nada en absoluto del periodo antes citado (Colegio Oficial de Psicólogos).
Con la documentación reunida en un portafolios atravesamos la antesala de su despacho sorteando las arremetidas que, entre feroces ladridos, intentaba un perro idéntico al de El sabueso de los Baskerville, que estaba sujeto por un hilo dental a la pared. Finalmente nos recibió sonriente en su despacho la consejera de Empleo, Industria, Energía y Comercio del Gobierno regional. En su mesa lucía una entrañable fotografía, en la que se funde en un abrazo maternofilial con el presidente Paulino Rivero. «Es que, bajo las apariencias, yo soy muy sentimental, en especial cuando me nombran algo».
–Es un placer recibirles.
— Muchas gracias, consejera.
— Si tiene todos los papeles en orden puede llamarme Paquita.
–Es usted muy amable. Queríamos empezar por la dramática situación del desempleo en Canarias…
— Bueno, si empezamos así…
–¿Así? ¿Cómo?
–Añadiendo palabras alarmantes a una situación que ya es de por sí dramática…
–Pero eso es lo que he dicho precisamente, que es una situación dramática…
–Los medios tienen un papel importante es informar con precisión y responsabilidad sobre los graves problemas que atraviesan nuestras islas, sin necesidad de caer en la tentación del alarmismo.
–¿Usted no se siente alarmada?
–Yo me siento a trabajar todos los días.
–Hablemos del recientemente aprobado y firmado plan de empleo social. El Gobierno autonómico anunció que contaría con una ficha financiera de treinta millones de euros, pero al final ha quedado reducido a 16.258.000 de euros aproximadamente…
–Esa crítica es injusta…
–Yo, por el momento, no he hecho ninguna crítica…
–Es injusto descalificar el plan de empleo social por su supuestamente modesta financiación…
–Tanto como supuestamente…Con esos 16 millones…
–¿Lo ve usted? Son 16.258.953 euros, ni un céntimo menos.
–Si se pretenden crear 2.000 puestos de trabajo, con esa financiación solo se llegaría al 1% del total de familias canarias que tienen a todos sus miembros desempleados…
— Yo creo que en este caso se ha actuado con diligencia…
— Bueno, ya estamos a mitad de la legislatura…
— Se equivoca usted. Soy consejera desde enero pasado…
— Bueno, pero su antecesora, Margarita Ramos, también estaba designada por el PSOE…
— ¿Quién?
–Margarita Ramos.
— No me consta. En fin, creo que es importante que 2.000 canarios, es decir, 2.000 familias, salgan del paro y obtengan unos ingresos dignos…
— ¿Durante cuánto tiempo?
–Usted desconoce los modelos de intervención pública en el mercado de trabajo que se desarrollan en Europa. Mejor 2.000 personas que nada.
— Es un argumento técnico de mucho peso, pero que se podría esgrimir también si, en vez de 2.000, fueran 200. Al menos son doscientas familias que pasarían a contar con un sueldo.
— No se puede hablar sin conocimiento técnico de las cosas. Me parece insensato trivializar así una situación que usted mismo ha calificado como dramática.
— Lo que ocurre es que no se atacan las causas estructurales del desempleo. Más de 14.000 alumnos se quedarán sin acceder a la Formación Profesional en el próximo año…
— ¿Y qué tengo yo que ver con eso?
— Siempre se insiste en que la deficiente formación, sobre todo en el caso de la FP, es uno de los problemas básicos para acceder al mercado de trabajo en Canarias.
— Pero, le insisto, qué tengo yo que ver con eso? Pregúntele a quien corresponda…
— ¿A quién corresponda? Yo tenía entendido que el Gobierno es un órgano colegiado…
— Ya veo por dónde va usted. Todos esos certificados que lleva en el portafolio deben ser falsos. Yo me responsabilizo de empleo, de la industria, el comercio y la energía…¿Le parece usted poco?
— ¿Y a usted?
— A mí nada me parece poco. Pero pregúntele usted sobre la FP a quien le toque…
— Le toca a José Miguel Pérez, el secretario general de su partido…
— Yo no ando engolfada en cuestiones de partido. Yo me dedico a trabajar intensamente, día y noche, como nuestro presidente del Gobierno…
— ¿Y su polémica con José Segura en relación con la ley eléctrica que…?
— No hay ninguna polémica. Yo estoy en el Gobierno como consejera megaeficaz y el señor Segura está en la oposición como diputado en Madrid. Haberse quedado aquí.
— ¿Usted se encuentra cómoda con CC como compañero de Gobierno? Lo digo porque fue una de las diputadas más críticas con CC en la legislatura pasada.
— Para mí en el Gobierno no hay siglas. Todos trabajamos al unísono para sacar a este país adelante y salvaguardar los derechos sociales y el Estado de Bienestar. Además esté no es el mismo Gobierno.
— Entiendo. En el Gobierno anterior no estaba el PSOE…
— No. En el Gobierno anterior no estaba yo.

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Sesteando

Pongamos que el curioso pretende encontrar un estudio, uno sólo, que diagnostique, desde el ámbito de la economía, la sociología o el derecho, las características del mercado laboral en Canarias, su evolución histórica y sus razones causales. Es un asunto interesante: como ocurre en España (pero más intensamente) en años de prosperidad económica Canarias muestra una gran capacidad de creación de puestos de trabajo, y como ocurre en España (pero con más violencia todavía) en coyunturas de crisis e inactividad el mercado de trabajo se derrumba estrepitosamente. Aún resulta más llamativo que, en periodos de esplendor económico, el desempleo no descienda del 10% (un escándalo en cualquier país europeo), que la temporalidad alcance índices espeluznantes y que la redistribución de la riqueza, a través de los mecanismos y programas públicos, presente unos síntomas de rigidez e ineficacia impropios de una sociedad democrática de principios del siglo XXI.
Pues bien, no encontrarán ustedes un estudio de esa naturaleza por ningún lado. Podrán consultar, por supuesto, numerosas monografías, articulitos, ponencias y comunicaciones congresuales de carácter básicamente estadístico, cuantitativo, en el que el autor desliza a veces interpretaciones más o menos intuitivas, no hipótesis explicativas modelizadas y fundamentadas rigurosamente en la información disponible. Este desierto científico se atraviesa pagando un duro precio y la sociedad civil tiene todo el derecho a denunciar esta situación como intolerable. ¿A qué diablos se dedican los economistas, sociólogos y politólogos canarios? ¿Bajo qué mesa de qué tasca lagunera duerme la siesta y acumula trienios la investigación de las ciencias sociales en Tenerife y en Canarias? Estos profesionales, por lo general decentemente retribuidos, no parecen sentirse concernidos por lo que ocurre en su país y día a día están demostrando la dimisión cotidiana de su curiosidad intelectual, un desprecio satisfecho y bostezante que se orina sobre su deber como universitarios y como ciudadanos de una sociedad que agoniza. Nadie les pide que se pongan a firmar compulsivamente manifiestos contra este o aquel gobierno, contra las organizaciones sindicales o las patronales empresariales. Se trata de exigirles, simplemente, que hagan su trabajo. Porque uno de los índices de nuestra pobreza es, precisamente, el miserabilismo de las ciencias sociales en las universidades canarias, que contribuye a la ceguera, a la confusión, a la soberbia de un poder político y económico nulamente fiscalizado, a no saber ni cómo, ni cuándo ni por qué confundimos tramposamente los caminos entre el cielo y el infierno y viceversa.

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Gandolfini

Nos gustan las películas de mafiosos porque muestran una abigarrada verdad: nadie es inocente, el bien y el mal se abrazan en cada vuelta del camino, aunque no haya salvación deben haber lealtades si no queremos volvernos locos. En la mitología pop contemporánea subyace que los mafiosos somos nosotros y que todos somos mafiosos. Para sus responsables (novelistas, cineastas, guinistas) las mafias son instrumentos de exploración moral. La fascinación que despiertan parte de una experiencia común. Cada grupo de amigos es una pequeña hermandad mafiosa, cada familia conserva en su interior, como un fuego minúsculo pero inextinguible, un núcleo de lealtades y reciprocidades patológicas que está por encima de cualquier cosa. Yo por mi hijo mato, puede decir una folklórica por la tele, y la gente asiente comprensivamente. No tienes otro remedio: lo llevas incrustado en los genes. Pero es una fatalidad que se asume con convicción, con fiereza y a veces con orgullo.
La mafia es el terreno de la ambigüedad y la riqueza equívoca de lo ambigüo convierte el fenómeno mafioso (y su recreación narrativa o fílmica) en algo irresistible. Los mafiosos son odiosos, pero tienen su corazoncito. Los mafiosos son capaces de matar por la comisión que obtienen de una lavandería en el barrio, pero sus esposas llevan la ropa sucia de sus chicos a esa misma lavandería y el Don  puede llegar a regalar unos patucos al bebé de su propietario si lleva muchos años bajo la protección (el chantaje) de la Familia. El mafioso tiene la amabilidad de transparentar el origen preciso y los mecanismos de consolidación y expansión del poder: el dinero, la extorsión, la amenaza, el miedo y, en último extremo, la sangre misma. No es como un banquero, un gran empresario o un dirigente político, que mienten miserablemente para ocultar su poder e inventan recursos para edulcorarlo, camaleonizarlo,  enhebrarlo con hilo de seda y aguja de oro a la legalidad. El mafioso, por último, metaforiza la ascensión fulminante y la caída del poder (para lo cual a veces basta un balazo) y va madurando como una fruta perversa en  la zozobra permanente en la que vive, aunque oculte su agonía, su fatalismo, tras  miles de corbatas o una sonrisa carnívora o una mirada helada que congela las vísceras ajenas antes de trocerlas profesionalmente.
James Gandolfini fue y será para siempre el mejor canalla  que ha circulado atormentadamente por la pantalla porque en su personaje,  Tony Soprano, sintetizó con precisión admirable todas las contradicciones y paradojas del mafioso, es decir, de todos y cada uno de nosotros. A su lado don Corleone fue un matón melancólico que  jamás se atrevió a mirar su verdadero rostro en el espejo.

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