democracia

Venezuela sí

Al parecer no se debe hablar de Venezuela. No se debe visitar Venezuela. No se debe denunciar la situación política, social y económica de Venezuela y la altísima responsabilidad que en la misma le corresponde al presidente Nicolás Maduro y a su gobierno. Cualquier información sobre Venezuela (y sobre todo si es crítica con el régimen fundado por Hugo Chávez) resulta caricaturizada como una pantalla propagandística para desviar la atención pública del desempleo, la corrupción y la creciente pobreza y desigualdad en España. Ese es el argumentario básico de Podemos. Ayer lo aplicó Noemí Santana, portavoz podemita en el Parlamento de Canarias, aunque de un modo curiosamente torpe: adjuntando en un tweet una información en un diario isleño sobre el altísimo índice de niños en riesgo de exclusión social en este país (más de un 30%) y adjuntando un texto: “Pero lo importante es hablar de Venezuela”. O algo por el estilo. No tiende demasiado sentido, la verdad, denunciar una supuesta manipulación mediática generalizada para colocar a Venezuela en la agenda con el apoyo de una información amplia de un hondo y doloroso problema social en las islas. En todo caso, señora Santana, se hace al revés. Usted adjunta un titular impactante sobre Venezuela e ironiza al respecto. En fin, es la suya una incapacidad para gestionar la ironía nada extraña: ironizar significa saber relativizar y situarse en varias posiciones. A la ironía se la encuentra “oscureciendo lo que es claro, mostrando el caos donde había orden, liberando por medio de la destrucción el dogma o destruyendo al revelar el inevitable germen de negación que hay en toda afirmación”, como explica en su maravilloso libro Wayne Booth. Sutilezas que no se practica en los partidos en general y en Podemos más en particular todavía: prefieren el sarcasmo, el sentimentalismo o el desprecio.
Es curioso que en Podemos hablar de Venezuela, visitar Venezuela, debatir sobre Venezuela se haya convertido en algo reprochable. Casi todos sus dirigentes fundacionales – Pablo Iglesias, Errejón, Bescansa, Monedero, Alegre – practicaron el turismo revolucionario en Venezuela y trabajaron directa o indirectamente para el Gobierno venezolano durante años. No es muy aventurado sospechar que esta insistencia de los podemitas en excluir a Venezuela del debate público persiga, en realidad, borrar sus huellas en los despachos, fundaciones y dédalos del régimen dizque bolivariano. Si no se habla de Venezuela no se hablará del chavismo que ardientemente profesaban hasta anteayer. Luego está esa izquierda idiota que no aprende la lección así las púas de la experiencia histórica le perforen la cabeza una y otra vez. Recuerdo al viejo Sastre junto a Raymond Aron, denunciando el salvajismo del régimen comunista de Vietman y la huida en balsas de decenas de miles de vietnamitas en condiciones espantosas. Muchos le reprocharon entonces a Sastre que con su prestigio intelectual “le hiciera el juego” a las informaciones que sobre este éxodo sobrecogedor publicaban el Gobierno de Estados Unidos y los medios de comunicación norteamericanos. Él hizo lo que debía. No callarse.
¿Cuál es el problema? Es falso que haya que prescindir de la atención crítica sobre la situación política y social española para denunciar el autoritarismo de Maduro y la ineptitud, vesania  y corrupción de su régimen. Y en Canarias, además, la falsedad de esa disyuntiva es intolerable. Decenas de miles de canarios y de hijos y nietos de canarios viven en un país que está en el ADN de nuestra historia contemporánea. Aplicar el argumentario madrileño sobre Venezuela en las islas es un ejemplo más del burdo seguidismo y del despiste ocupacional de los dirigentes de Podemos en el archipiélago.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Un golpe maduro

El expresidente del Uruguay, José Mújica, ha declarado que Nicolás Maduro  “esta loco como una cabra”. Cuando Mújica suelta enormidades semejantes a propósito de la izquierda o un izquierdista, inmediatamente se corrige… “Todos están locos en Venezuela”, vino a decir casi inmediatamente después. Sin embargo, el motivo de su primera reacción es lo significativo. Maduro había acusado grotescamente al secretario general de la Organización de Estados Americanos, el ex ministro de Exteriores uruguayo, Luis Almagro  de ser “un agente de la CIA”.  Mújica conoce muy bien a quién fue su leal canciller y reaccionó con estupor al escuchar la imbecilidad de Maduro. “Almagro no es un funcionario de la CIA, sino un tipo honesto y un esclavo del Derecho”, completó Mújica. No creo que los chavistas le hagan mucho caso. A los símbolos se les rinden saludo, no se les escucha.
Almagro paga así la osadía de pronunciarse críticamente respecto al Gobierno venezolano. Ha caído como un pez en la explicación universal del chavismo arrinconado. Una explicación que evita cualquier expiación. Si Venezuela está arruinada es culpa de la CIA. Si en Venezuela mueren niños recién nacidos porque no funcionan correctamente las incubadoras la culpa es del Pentágono. Si la persecución de la iniciativa empresarial privada y la estatalización furibunda y una fantasía de reforma agraria han fracasado es por el miedo que tiene el capitalismo globalizado a su esplendoroso triunfo. Si Maduro y sus ministros son tan rematadamente necios que atacan la inflación subiendo los salarios  –públicos – en vez de flexibilizar la política cambiaria es que el Club Bilderberg está detrás. Si Petróleos de Venezuela SA ha conseguido que se extraiga menos crudo y gas natural, y el coste de extracción haya aumentado grotescamente, la responsabilidad no es de Maduro y sus compinches, sino de Obama y los suyos. Lo mismo ocurre con el desabastecimiento del país, con el retraso en cobrar sueldos y pensiones, con la violencia asesina que en calles, plazas y vías de transporte se cobra miles de asesinados (y muchos cientos de violadas) todos los años, en los síntomas de una corrupción sistematizada que salpica hasta el cuello a civiles y militares del régimen. Ocurre lo que todos sabíamos lo que ocurriría: que el Gobierno madurista se propina un golpe de Estado y suspenden las muy débiles garantías constitucionales para anclar un estado de excepción. Porque las garantías constitucionales – por ejemplo, la posibilidad de apartar al presidente de la República de su magistratura – son válidas para el chavismo, pero no pueden ser utilizadas por ninguna otra fuerza política, aunque haya ganado las elecciones parlamentarias. Los descerebrados que insistían en que, mira, gana la oposición en Venezuela, y no pasa nada, no saben hasta que punto tienen razón. El régimen está decidido a que nada pase. El chavismo no está dispuesto a abandonar el poder gane quien gane las elecciones. Se sabe en una posición tan débil que no les ha bastado con controlar la Corte Suprema o el Consejo Electoral Nacional para evitar el revocatorio. Han tenido que sacar los tanques a la calle. El chavismo empezó con un golpe de Estado no precisamente incruento y quizás acabe con otro todavía más cobarde, más hipócrita y más cruel.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Una experiencia catastrófica

 

Gran algazara ha provocado entre chavistas y simpatizantes del Gobierno venezolano – que en su mayoría se encuentran entre progresistas europeos y norteamericanos – el descubrimiento de que la foto icónica  (o algo así) del desabastecimiento de alimentos en Venezuela, utilizada en cientos de crónicas periodísticas y reportajes televisivos es una falsedad. La imagen –anaqueles desérticos y clientes frustrados — fue tomada en Estados Unidos, no en Caracas. La guachafita ha sido de consideración, pero uno no entiende tanta risa y jolgorio. Porque la foto es falsa, pero el desabastecimiento una realidad que padecen diariamente millones de venezolanos. La única razón para el alivio es saber que los que salen en la falsa foto pudieron adquirir salchichas o papel higiénico en otro supermercado.
Me alcanza la edad para rememorar la edad dorada del prestigio de revoluciones como la cubana o la sandinista. Ay Nicaragua, Nicaragüita. Recuerdo que a principios de los ochenta conocí incluso a maoístas, maoístas de libro rojo siempre alerta en el sobaco que se tomaban el arroz tres delicias como una expresión de desviacionismo burgués, porque el arroz comunista era sano y nutritivo, obviamente, pero no delicioso. Pese a sus justificados resquemores, el trío de acémilas analfabetas y alérgicas al jabón que constituyeron la primera célula del partido (Unificación Comunista) en La Laguna se empecinó en incorporarme en su candidatura para las elecciones generales de 1986. Una oportunidad que nunca se repetirá.
–Pero si yo no soy maoísta.
–Todos el mundo es maoísta – me corrigió uno de los chalados, que más tarde militaría en UPyD – pero no lo sabe.
Aunque no contaron con mi apoyo, los maoístas sacaron el 0’21% de los votos emitidos en 1986. Porcentualmente suponía una ridiculez, por supuesto, pero eso significaba más de 42.000 papeletas. Nada menos que 42.000 votos a favor de una guerra de guerrillas con base campesina para derrocar el sistema capitalista en la España de Felipe González. En Tenerife, más concretamente, la célula de UCE se había fijado en un amplio solar en La Higuerita para montar la primera granja colectiva, “un koljós canario enriquecido con las aportaciones teóricas del compañero Mao”. Desde entonces recuerdo esos 42.000 votos cada vez que está a punto de asombrarme el éxito de cualquier estupidez política. Por ejemplo, el chavismo.
El chavismo ha sido una experiencia catastrófica para los venezolanos. Ha arruinado el país política, económica y socialmente. Los iniciales (y únicos) éxitos del régimen – las primeras misiones y, sobre todo, las que se ocuparon de programas de alfabetización y los consultorios médicos asistenciales — naufragaron en un ejercicio exasperado de dirigismo estatal, en una colosal ineptitud gestora, en una planificación milagrera, en una corrupción prodigiosa, en una inseguridad ciudadana intolerable, en un autoritarismo cínico y miserable. Pero qué excepcional y devastador fracaso. Los huevones que elogían a Maduro por permitir unas elecciones que ganó ampliamente la oposición callan ahora cuando el presidente y sus mariachis han rodeado esta victoria civil (cerca de ocho millones de votos) de emboscadas, trampas y agravios, negándole a la asamblea nacional sus atribuciones constitucionales como cámara legislativa y fiscalizadora. A esta dolorosa y humillante calamidad de un pueblo escarnecido que no encuentra comida ni medicinas para sus hijos y sus abuelos todavía aplauden montones de tarados porque, como dijo el maestro Pla, siempre es más fácil creer que saber, desear que pensar, regodearse en sus deleites ideológicos antes de cuestionarlos.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Maltrato o persecución

 

Durante años, perdón, legislaturas, una de las más veteranas figuras de la política canaria debió sufrir pequeños suplicios en los aeropuertos al regresar a su isla natal. El caballero en cuestión llevaba media eternidad en política, pero un guardia civil especialmente puñetero – y ese cariño fue luego heredado por otro que acababa de salir de la academia – se distraía exigiéndole la documentación, hurgando en su equipaje, obligándole a bailar la lambada bajo el arco de seguridad. En un par de ocasiones fui testigo de la putadita y le comenté al político por qué lo soportaba: “Ese guardia civil me detesta, pero no gano nada quejándome, no me van a hacer maldito caso”. Poco a poco desapareció el pequeño martirio aeroportuario. El joven guardia civil había recibido otro destino.
La diputada Victoria Rosell ha sufrido dos desagradables incidentes en el aeropuerto de Gran Canaria en pocos meses. Son situaciones ligeramente extrañas. No porque un guardia civil le solicite la documentación – se crea o no, la mayoría de los guardias civiles, como ocurre con la inmensa mayoría de los mortales, no conocen los rostros de diputados y senadores – sino que se lo pidan a ella reiteradamente. Me parece razonable argumentar una sospecha de maltrato, pero no una denuncia de persecución política. Que en tres meses te pidan en un par de ocasiones la documentación en el aeropuerto no puede entenderse como tal. En este país, al parecer, hemos olvidado felizmente lo que es una persecución política, que no consiste  tanto en pedirte reiteradamente la documentación como en despreciar invariablemente la que lleves encima. Lo cierto es que Rosell no ha reaccionado con demasiada inteligencia y yo sospecho que su hiperestesia tiene más relación con una piel acostumbrada al efecto enaltecedor de la toga que a una sensibilidad propiamente democrática. Cabe entender que en la primera ocasión perdiera los papeles; pero ahora, en la segunda, su irritación  —sin duda sincera –parece algo impostada. ¿Por qué esa obsesión con Soria? ¿Por qué negarse a identificarse si se lo pide la guardia civil y alargar la situación, en lugar de cursar posteriormente  una denuncia en el juzgado que corresponda? Si la propia diputada entrega a los medios de comunicación una grabación de su conversación con el agente, ¿cómo puede mostrarse sorprendida – y mucho menos indignada –si los propios medios le conceden relevancia y espacio a esta nueva trifulca? ¿Cree la señora Rosell que facilitando esta grabación a periódicos, radios y televisiones los periodistas encontrarían que lo más adecuado era publicar la información al respecto a una columna, junto al crucigrama, o después del parte metereológico? Lo más increíble es que a Rosell no le basta con eso, sino que afea la conducta a aquellos que se limitan a ofrecer como noticia de interés público un enfrentamiento que ella misma se ha encargado de agrandar, dramatizar y vocear.
De manera que proclamo una persecución política digna de la incansable crueldad de la Gestapo pero me sulfuro si los periódicos se dedican a publicarla, y no se diga si la ponen en primera. En realidad que la pongan en primera no molesta a su señoría. Lo que le molesta es que la noticia no le de la razón, toda la razón y nada más que la razón. Lo que le molesta es que no se cuenten las cosas tal y como ella quiere y sacando las conclusiones – épicas — con la que ella se identifica. Pero para eso la señora Rosell ya tiene un periódico. No se pueden tener todos.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?

Rodeada de nazis

Doce años después el Parlamento de Canarias se me sigue antojando un lugar básicamente inverosímil, pero ahora es que, además, me pierdo. Es como extraviarse en una pesadilla de yesos y alfombras horteras. La Cámara canaria está diseñada por un decorador de interiores nutrido con películas de Sissi Emperatriz antes de ser lobotomizado. Debe ser cosa de la edad. Un compañero me guía amablemente por el dédalo de pasillos estucados pero a cambio me pide, calvo y truhán, que le presente un libro. Por último la silla de la tribuna de prensa me provoca dolor de espalda y hablo tan alto que la presidenta del Parlamento me lanza varias veces miradas reprendedoras. Cuando uno se pierde, le encasquetan la presentación de un libro, le duele la espalda y habla a voces es que debería abstenerse de salir de su casa. Yo lo intenté, créanme, pero fue inútil. La máxima novedad que puedo distinguir son unas enormes pantallas de televisión en las paredes del recinto que registran las imágenes de los oradores y ocasionalmente de sus señorías en sus escaños. Como el salón de plenos es más bien chiquitín y nada queda a más de diez o doce metros de distancia no se acaba de entender bien la funcionalidad –y la justificación — de este circuito cerrado de televisión. Los diputados viéndose a sí mismos en pantallas de televisión durante el pleno reflejan un ejercicio insuperable de narcisismo colectivo. De vez en cuando una cámara recoge la imagen de alguna de sus señorías y se produce lo que podría llamarse efecto Loro Parque: el diputado descubre que está en pantalla, deja de rascarse la nariz, adopta una pose interesante, se pone a leer súbitamente un documento o sonríe encantadoramente buscando la cámara quizás para enviarle un saludo a su señora madre…
Sinceramente la intervención que más me impresionó fue la de Noemí Santana, portavoz de Podemos, hasta el punto de atreverme a preguntar a Podemos si no puede hacer nada al respecto. Una fuerza de izquierda que quiere convertirse en mayoritaria no puede permitirse el disparatado lujo de sufrir como portavoz a alguien que evidencia la brutal falta de formación y el desprecio delirante por la información de la que hace gala Santana, por no hablar de su inacabable y cenagosa cursilería. La portavoz podemita habla exactamente como una madre que le cuenta un cuento a un hijo con graves dificultades cognitivas. Es una atrocidad estomagante que hasta a los cínicos más encallecidos les provoca vergüenza ajena. Un orador puede ofender por su grosería, su ligereza o su marrullerismo, pero Noemí Santana ofende por su frívola ignorancia, su insignificancia intelectual y sus pruritos de superioridad moral a toda prueba. Ignora lo que es el REF, tiene un concepto de la Reserva de Inversiones extraído de ese fiscalista, Curro Jiménez, sostiene que un desempleo del 27% de la población activa se elimina incrementando las plantillas de las administraciones públicas o subvencionando empresas de energías renovables, llama al anteproyecto de la ley del Suelo “el certificado de defunción de Canarias” sin aportar ni la más tenue sombra de un análisis crítico. Ninguno. Cero. Alguien (creo que fue el propio Fernando Clavijo) le recordó que una mentira, por ser repetida cien veces, no se convierte en verdad. Noemí Santana replicó: “Ah, por supuesto, tenía que utilizar la frase de un dirigente nazi”. No, mire, Santana, el dirigente nazi, Goebbels se llamaba, decía lo contrario. Lo relevante, sin embargo, es esa poco sutil comparación entre el presidente del Gobierno y un nazi, por supuesto.  Del discurso de Podemos se extrae siempre el mismo corolario:  los votos que expresan la voluntad democrática son los que obtienen ellos, los que consiguen conservadores, liberales, nacionalistas o socialdemócratas son el resultado de la manipulación de los poderosos o la estupidez de los gobernados. Ahí está Noemí Santana, rodeada de nazis en el Parlamento, pero dispuesta a dar hasta la última gota de su saliva para impedir que interrumpan nuestros sueños.

Publicado el por Alfonso González Jerez en Retiro lo escrito ¿Qué opinas?