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Un programa para Arriaga

Acerca de mí - Enrique Arriaga

Empecé escribiendo este articulejo como una colección de vacilones. Ya saben: Román Rodríguez de rojo pasión presentando –con escote peludo incluido – En Clave de Ja, Casimiro Curbelo disertando sobre balística en Canarias es Cultura, Elena Máñez concursando a diario en Cógeme si puedes,  María del Rio, Manuel Marrero y Paco Déniz haciendo Sota, caballo y rey. Algo así. Pero es que no encuentro graciosa la noticia que seguro han podido ustedes leer. Y la han podido leer porque los implicados han tenido la inmensa y granítica jerola de presentar el dorado fruto de su desvergüenza en una rueda de prensa.

La televisión pública canaria comenzará en breve a emitir un nuevo programa cuyo conductor será el vicepresidente primero del Cabildo de Tenerife y penúltimo ectoplasma de Ciudadanos en Canarias, el señor Enrique Arriaga. Mentes divergentes consistirá en entrevistas del muy polifacético Arriaga (funcionario de Riesgos Laborales, ideólogo isleño del centrismo céntrico y centrado, consejero insular y ahora showman palcolor) “con diez personajes referentes en varios sectores sociales, económicos y culturales”. Toda la profesión periodística del archipiélago se quedó ayer estupefacta con esta burla inaudita, con esta cachanchanada impúdica. Por supuesto, el administrador único de RTVC, Francisco Moreno, no ha explicado bajo qué criterios ha autorizado que  en un espacio emitido por su cadena un político en ejercicio – el vicepresidente primero de un cabildo – se dedique a hacer entrevistas y chupar cámara. Tal vez porque en el sector sea imposible encontrar periodistas desempleados o precarizados. O quizás porque desde cualquier parte puede detectarse, cada vez más intensamente, el penetrante hedor a impunidad que desprenden ciertos comportamientos en el espacio público canario.  

Recientemente RTVC ha sido galardonada por el premio Ondas (como la cadena SER en Canarias) por la admirable y sacrificada cobertura que ha realizado y todavía realiza de la erupción volcánica en La Palma y sus destructivos efectos. Pero uno sospecha que los directivos de la cadena, y especialmente ese administrador único con poderes casi omnímodos pretenden blanquear con esta distinción toda una gestión que debe criticarse y discutirse. No es ni puede ser así. Esta es una televisión tan extraña –lo he escrito alguna vez –que en dos años solo han entrevistado al presidente Ángel Víctor Torres periodistas con contratos de producción con TVC, con la excepción de otro entrevistador de excepción, precisamente, el excepcional administrador único.  Una televisión tan pulcramente domesticada que ha excluido por principio cualquier programa de debate político. Una televisión tan tranquilamente astuta que cuando llama a periodistas a inocentes conversas matinales se preocupa muy mucho de invitar a jubilados y a ex periodistas para que nadie pase por ahí más de un par de veces al mes. Una televisión tan confiada en la reverencial ausencia de crítica que presenta como programas culturales buñuelos de viento carentes de sustancia en los que la crítica a las políticas culturales de las administraciones públicas, por ejemplo, representa un amable tabú. Es una televisión friendly, casual, alígera, decididamente urban, con sus tardes para la lágrima sentimental y el alarido demagógico y sus mañanas de leche de soja informativa, no se me vayan a empachar. Una tele canapé bajo un foco cenital; diez minutos después no recuerdas ni el sabor de esa diminuta insignificancia. Una televisión que, sobre todo, se dedica a contarse sonriente y satisfechamente a sí misma.

Ahora esta cadena se enriquecerá con la profesionalidad de don Enrique Arriaga, que por el atractivo título de su programa debe haberlo bautizado él mismo. A partir de anoche el presidente del Cabildo, Pedro Martín, puede dormir más tranquilo. Le costó año y medio, aguantando llantinas y amenazas, pero se lo consiguió.

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Crónica parlamentaria. Darse prisa no es una mala idea

Entre cráter y cráter, entre llamarada y llamarada, entre visita milagrosa y visita mirífica de ministros y secretarios de Estado, entre Pedro y Sánchez, el presidente Ángel Víctor Torres pudo acercarse al pleno del Parlamento y contestar una ristra interminable de preguntas  que recuerdan al cronista una liturgia cada vez más cansina y previsible. Torres se prepara las respuestas cada vez más breve y sucintamente y no es precisamente aficionado a emplear la ocasión para realizar anuncios. Tampoco para agredir a la oposición, de eso se encargan, sobre todo, Iñaki Lavandera y Nira Fierro, la más joven y suficientemente preparada torrecista, que supuestamente será exaltada como secretaria de Organización del PSOE canario en el próximo congreso regional, dentro de apenas cuatro semanas, en Gran Canaria. Bueno, es cierto que el presidente abofetea respetuosamente al PP a menudo, pero es lo mínimo que cabe esperar. 

El comienzo de la sesión plenaria se retrasó unos minutos por cambios de última hora en las comparecencias, gracias a lo cual sus señorías pudieron chismear un rato más sobre el esplendoroso futuro de Fierro (los socialistas) y el futuro incierto de Alberto Rodríguez (los podemitas) después de habérsele retirado el escaño por esa tan cuestionada como cuestionable sentencia del Tribunal Supremo pero, sobre todo, después de decidir abandonar Podemos. Respecto a lo primero, cuentan que Torres quisiera para encargarse de la Secretaría de Organización a alguien con más experiencia y mejor conocimiento del PSOE como organización regional, pero no lo encuentra: están muertos o jubilados. Fierro es tinerfeña y es mujer, dos meritorias cualidades que le han servido mucho en su fulgurante carrera política y que en este brete vuelven a mostrar su utilidad. Sus señorías de UP están preocupados y se les nota. ¿Alberto es amigo? ¿Qué va a hacer Alberto? ¿Con cuánta gente podría contar Alberto en Podemos para iniciar una aventura preelectoral y desde nuevas claves y posicionamientos buscar incardinarse en el futuro proyecto de Yolanda Díaz? ¿Ye han dicho algo desde Izquierda Unida? ¿Y desde Sí se Puede? Alberto nunca se llevó demasiado bien con Alternativa Sí se puede, pero vete a saber. En Santa Cruz de Tenerife los de SSP siguen muy cabreados por lo que les hizo Ramón Trujillo e IU. Francisco Déniz, sisepuedino de toda la vida,  se encogía de hombros. Nadie parece saber nada demasiado sólido, pero tanto Laura Fuentes, coordinadora general de Podemos Canarias, como Noemí Santana, miembro de la dirección nacional, han multiplicado contactos y puesto la oreja con y en todas las facciones y grupos y notabilidades de la organización.

Las preguntas. Casimiro Curbelo mostró su preocupación recurrente, en nombre propio,  por el nuevo sistema de financiación autonómica; el presidente Torres le aseguró que Canarias saldría bien parada, faltaría más. María Australia opinó, en nombre del , que Canarias salía perdiendo en el proyecto de presupuestos generales del Estado para 2022. Entre Torres y Navarro siempre se produje un partido de ping pong tan entretenido y agradable como una traqueostomía. Por supuesto, Torres suele dejar a la diputada como un colavor, Hasta el incumplimiento del Convenio de Carreteras le sacó, que ya es cansado sadismo. Más adelante la señora Fierro aclararía que al menos que seas un irresponsable, un tontaco y un ignorante estabas obligado a votar en las Cortes a favor del proyecto presupuestario, y con su habitual sonrisa de encargado de pompas fúnebres Iñaki Lavandera admitió que sabía que CC votaría en contra de las cuentas nacionales para 2022, porque eran nacionalistas vacuos, hipócritas, fariseos y rebosaban de malas entrañas. Lo hizo cuando le preguntó a Román Rodríguez su análisis sobre los presupuestos de María Jesús Montero, que a Lavandera le parecían un documento excepcional y digno de ser conservado, a partir de ahora, en el Museo Reina Sofía. El vicepresidente Rodríguez le contestó que ni eran una maravilla ni eran una catástrofe y que “algunos nos encargaremos, siempre lo hacemos, que mejoren en la atención a los intereses canarios”. Con “algunos” el consejero se refería a Pedro Quevedo, ese prócer discutiblemente afásico, y a sí mismo. Incluso para los estándares habituales de chulería que utiliza el señor Rodríguez su exhibición se antojó hasta un poquito ridícula, incluso en el grupo parlamentario socialista, o quizás, sobre todo, en el grupo parlamentario socialista. En medio de una situación económica y social como la que padece Canarias la extraordinaria petulancia del vicepresidente debería aflojar un poco. Pero es como pedirle olmos a una pera.

Por supuesto que las preguntas fueron más numerosas. Vidina Espino le contó a Torres que no se había construido una sola vivienda pública en Canarias en dos años y pico de legislatura; el presidente se metió en un boscoso circunloquio del que estuvo a punto de no salir, porque efectivamente  no se ha construido una puñetera vivienda pública en más de dos años de legislatura.  Por una vez Manuel Marrero tuvo una intervención de interés, denunciando el  abuso atroz de las compañías aéreas con los pasajeros canarios pese al descuento de residentes. Pablo Rodríguez insistió en que los presupuestos son muy malos, vaya por dios, y se abotonó dos o tres veces la chaqueta mientras lo repetía, pero sin causar ningún efecto aparente. El exvicepresidente tiene cierto parecido (en bajito) con Clark Kent, pero nunca encuentra la capa o tal vez no se la pone a tiempo. A propósito de una pregunta/elogio/qué grande eres consejera formulada por la diputada María del Río la señora Santana aprovechó para anunciar, albricias, la inminente visita de la ministra de Igualdad, Irene Montero, a La Palma.  Por último (o no) en una pregunta dirigida al consejero de Sanidad, Blas Trujullo, el diputado coalicionero José Alberto Díaz Estébanez, le miró fieramente a los ojos y le preguntó desde el escaño:

–¿Ordenó usted el código rojo?

Trujillo, todavía convaleciente de una molesta enfermedad,  miró al techo con escasa esperanza. Le preguntaba Díaz Estébanez si había firmado la destitución del coordinador de urgencias del Hospital Universitario de Canarias, readmitido luego por sentencia judicial y despedido de nuevo a los cuatro días, entre las protestas y la indignación de sus compañeros y subordinados. Trujillo dijo que entendía la alusión cinematográfica, pero que no. Díaz Estébanez optó por no estirar más la cita. ¿De verdad creía que Trujillo (un señor bastante juicioso) iba a reconocer que sí?

–No solo ordené el código rojo, sino que después me fui de copas con Demi Moore y le conté un chiste sobre Manolo Hermoso.

Con todo en la primera sesión plenaria se produjo un consenso curiosamente amplio, aunque no llegó al PSOE. El consenso en que la paciencia de los palmeros se empieza a desquebrajar porque se han anunciado decenas, incluso cientos de millones de euros en ayudas y subvenciones, pero no ha llegado un duro. Ni un céntimo. La consejera de Economía, Elena Máñez, estuvo un rato pastoreando un discurso  y dijo, entre otras cosas, que se habían reconocido unos 340 expedientes de regulación temporal de empleo, poco más de un tercio de lo que había afirmado el Gobierno regional hace apenas tres días. “¿Se estaban tramitando o han aprobado ya?”, insistió Nieves Lady Barreto. Máñez contestó sin reponder o viceversa. “O llega ya el dinero o muchos se arruinarán y no podrán salvar su negocio, su finca, su medios de vida”, insistió a líder de CC en La Palma, que insistió en que se articulasen de inmediato, además de un paquete de ayudas, planes económicos de choque “para evitar que muchos palmeros tengan que abandonar su isla y la mala situación demográfica de la isla se agrave aún más”.   Luis Campos, el portavoz de CC, mantuvo un discurso muy parecido: “La gente está empezando a impacientarse. Hay que materializar los compromisos adquiridos con los palmeros y palmeras cuando antes. Y cuanto antes es ya. La situación es de la máxima urgencia, no se puede esperar”. Ricardo Fernández de la Puente, desde el Grupo Mixto, y María Australia Navarro, desde el PP, coincidieron. Hasta el senado autonómico Asier Antona compareció en la Cámara para asistir a parte del debate, y se pudo comprobar que sí, que ya no parece un pibe joven y brioso, sino un senador ligeramente ceniciento. Pero la preocupación de todos los grupos era obvia. Los palmeros afectados, cansados, atormentados y a veces arruinados no pueden seguir esperando. Los ayuntamientos deben recibir perras, muchas perras. Hay que asistir pero también invertir. Hay que ayudar pero también empoderar. La Palma puede convertirse para el Gobierno (y no solo) en un problema político de primera magnitud, y la dimisión del vicepresidente del Cabildo palmero, José Adrián Hernández, no es casual ni fortuita. Darse prisa, mucha prisa, no es una mala idea. Al contrario: es una necesidad perentoria. Económica, social y también políticamente.

 

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Una propuesta nuclear para la Tele canaria

Existe un sistema para conseguir que se aprueben los órganos de Radio Televisión Canaria y se normalice la situación jurídica y operativa  en el ente público. No lo está desde hace años: el vigente decreto ley de medidas extraordinarias sobre la RTVC del pasado junio prolonga medidas no menos extraordinarias adoptadas en 2018 y 2020: textos para apuntalar la legalidad de una situación que en realidad la vulnera. Que en los últimos tres años y medio los dos máximos responsables que ha sufrido o disfrutado el llamado “ente público” lo hayan sido en calidad de administradores únicos ya es bastante ilustrativo de la incapacidad manifiesta de las fuerzas parlamentarias para cumplir y hacer cumplir la ley, entrampadas en sus cálculos y alianzas (digamos) extraparlamentarias. Pero vayamos a la solución, que es muy simple: una guerra nuclear. Pero una guerra nuclear que, por supuesto, afecte a todo el planeta, no simplemente al archipiélago canario. Una conflagración universal que extermine hasta el último productor televisivo, el último presentador repeinado o presentadora chillona, el último salvapatrias progresista a tanto la pieza. Entonces, y solo entonces, se podría empezar de cero, y alrededor de una hoguera crepitante, reunidos en el fondo de un socavón donde una vez estuvieron las calles Rafael O´Shanahan o Teobaldo Power, lograríamos designar a la cucaracha más gorda que encontremos director general de la televisión canaria, en la confianza de que la resistencia biológica de las cucas volonas alcanzará hasta que la televisión sea reinventada y la comunidad autónoma debidamente reconstruida.

Y mientras tanto habrá que esperar. No se me ocurre sino la resignación más o menos cristiana para pasar los próximos lustros mientras Paco Moreno envejece y se convierte en el primer administrador único centenario, ampliándosele el sueldo para que adquiera una tacataca digno y dotado con geolocalizador hasta que se constituya la Junta de Control, o llega una chica nueva a la oficina que se llama Farala y es divina para ser la única administradora a discreción.  Y a callar. Y pasa esto, aún más simplemente, porque a algunos políticos les aterroriza que algunas medios se consideren maltratados. Los políticos isleños –de cualquier partido y condición, pobrecitos – tienen una idea absolutamente tronchante de la influencia socioelectoral de los medios de comunicación. Tronchante. No han descubierto del todo que tienen en sus manos, ahora mismo, la misma supervivencia de aquellos que alardean directa o indirectamente, en público o en privado, de mantenerlos en el poder. Así, por ejemplo, el PSOE de Canarias no le debe a nadie, salvo a sus electores, los 25 escaños que ganó en los comicios autonómicos de 2019. Ni uno solo de esos 25 diputados se adeudan a un periódico, a una radio o a una productora de televisión. Pero se  renuncia a la autonomía política frente a otros poderes – aunque sea un poder tan endeble como el de los medios – y se juega a bloquear indefinidamente la situación para  no tomar ninguna decisión que pueda molestar a nadie. Si el precio es mantener una cadena de televisión – y a una emisora de radio – en un sempiterno limbo jurídico pues se paga y ya está. 

Puede uno refugiarse en el humorismo. Leer la hedionda basurita de los que se lo están llevando crudo para que no sea posible que se ponga en marcha un organismo –la Junta de Control – que entre otros objetivos tiene fiscalizar la gestión del director general y su equipo, incluidos, como es obvio, los contratos de producción. Es tan obvio, tan grosero y tan miserable que da grima. Forma parte de las anormalidades democráticas de este país y se trata de un tumor venenoso que no puede ser extirpado por unas elecciones, sino por la acción consensuada de unos políticos (de unos partidos) que actúen con verdadera autonomía y  resolución, que se entiendan a sñi mismos como mandatados por la ciudadanía y servidores de los intereses generales.

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Alberto autocentrado

Alberto Rodríguez desembarcó en el aeropuerto de Los Rodeos desarrollando una ceremonia preparada por varios compañeros de Podemos y por él mismo. Se había convocado a dar una bienvenida como héroe homérico a través de las redes sociales al exdiputado y ex secretario de Organización, y un centenar de personas lo recibieran entre aplausos, globos de colores y alguna pancarta. La recepción aspiraba a ser el ritual merecido por el exiliado de una dictadura feroz o el excarcelado por un tirano antropófago y desprendía –como apuntó agudamente el politólogo de Ayoze Corujo – cierto perfume cubillista. Rodríguez, por supuesto, ha construido su relato, un fantástico relato de victimización, con la ayuda de ministros y dirigentes de Podemos, pero no le tembló la voz al anunciar que abandonaba la organización morada “tras comprobar los límites de las mismas desde una perspectiva archipiélagica autocentrada” (sic)” advirtiendo acto seguido que “la lucha sigue, Canarias es tierra de brega, aquí no se rinde nadie”. A varios podemitas se les encogió el corazón y a otros los glúteos. No entienden lo que ocurre. Hace tres días Rodríguez era un orgulloso diputado de Podemos; ahora, desprovisto del escaño como consecuencia de una muy discutible y discutida sentencia del Tribunal Supremo, Podemos quedaba definitivamente atrás como un cachivache inútil. Sucede, simplemente, que tal y como había dicho Rodríguez termina un juego y comienza otro. No el de su partido, sus compañeros o sus electores, sino el suyo, el juego de la supervivencia política de Alberto Rodríguez.

En un principio siempre es el verbo. El exdiputado enhebró un discurso reivindicativo sutil y ligeramente distinto de la habitual logomaquia podemista. Ahí estaba, por supuesto, el siempre supurante resentimiento social, indicando lacrimosamente que a las personas de cuatro apellidos no los persigue la justicia ni le quitan un escaño, pero también se añadió un chorrito de mojo etnicista: lo procesaron, juzgaron y condenaron porque era canario, porque con un vasco, un madrileño o un riojano no se hubieran atrevido. Rodríguez, en ese preciso momento, estaba tocando con la punta del pie una ampliación y redefinición de su espacio político. A ver qué tal.

Lo cierto es que el héroe ha decidido aprovechar la escandalera montada por él mismo y sus cuates para convertirse en la más madrugadora crisálida en la reorganización de las izquierdas patrias y matrias. El pasado marzo anunció que no se presentaría a las primarias para revalidarse como secretario de Organización de Podemos, pero ese aviso era un engañoso disparate. Simplemente Ione Belarra no contaba con él para la dirección que sucediera al liderazgo carbonizado de Pablo Iglesias. La cuota canaria estaba cubierta por Noemí Santana, que tampoco forma parte del núcleo duro de la secretaria general. Rodríguez se sintió maltratado e incluso ningüneado, aunque entonces, hace apenas seis meses, declaró que se sentía satisfecho y orgulloso por su labor como responsable de Organización, porque había contribuido a cohesionar y fortalecer al partido y sus confluencias. Pero, ¿soportar dos años en silencio o viviendo de una asesoría limosnera en Madrid? ¿Por qué no rentabilizar ese relato idiota pero molón (la derecha judicial arrebatando el escaño a un proleta canario) desde ya mismo y a su propio favor, siendo el único damnificado? ¿Por qué no abandonar ya un barco que hace aguas y fletar su propia falúa, más roja, más antisistema, más nacionalistera, que pueda sumarse a la flota que se movilizará cuando Yolanda Díaz sea aclamada Almirante de la Penúltima Esperanza de la Izquierda Entera y Verdadera? No le podrán acusar de traición, porque navegará en la misma corriente y en idéntica dirección, pero desde su bote contestario, exclusivo pero no excluyente. negociando, en su caso, con sus antiguos compañeros. Y con la mirada puesta no en Madrid, por supuesto, sino en el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife o en el Cabildo Insular. Autocentrado en sí mismo y más chachi que nunca, mi gente bonita, mi tierra preciosa, mi isla linda.  

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Pagar la deuda

 

El 40º Congreso federal del PSOE, en directo | España | EL PAÍS

Desconfío de la expresión patriotismo de partido, como descreo de cualquier patriotismo y su alcantarillado semántico. Pero puede admitirse como una dulce hipocresía. Leo a hermeneutas de
derecha e izquierda garrapatear análisis sobre el espectáculo de
luz y sonido del XL Congreso Federal del PSOE y los orígenes
de la renovada unidad del partido bajo el hiperliderazgo de Pedro
Sánchez y no encuentro la explicación más obvia. El partido está
unido y se emociona por su unión porque tiene el poder. Tiene el poder en España y tiene el poder en numerosas comunidades autonómicas y ayuntamientos. Tiene un poder sorprendente por encima de sus porcentaje de voto gracias a sus pactos con poscomunistas, con independentistas y regionalistas de toda ralea. Pero ahí está: ondeando la bandera (la suya) en casi todas las proas.
El PSOE le debe haber regresado al poder a Sánchez y ya era hora
de que pagara la deuda. Puedes estar durante años recordando sus
sablazos, sus mentiras y falsedades, su aventurismo, su diligente
sinvergüencería y sus apuestas inescrupulosas. Pero al final de
terminas rindiendo porque gracias a todo eso, gracias a traicionar
convicciones socialistas de siempre y de no rechazar populismos
degradantes, gracias a lo que ha representado el sanchismo desde
hace cuatro años, precisamente, el PSOE ha conseguido estar y
permanecer en el poder. Al final todas las lealtades y simpatías
gravitan alrededor del sol que te ilumina la poltrona, que nos ha
rescatado de la insignificancia, que nos permite seguir en marcha
y mantener a pleno funcionamiento esta maravillosa maquinaria
de marketing político, que curiosamente no se dedica a transmitir
o exaltar argumentos, ni propuestas, ni análisis, sino a publicitarse sí misma. El patriotismo de partido es una forma respetable de denominar a la adhesión acrítica y desmemoriada al triunfo. El patriotismo del partido es compartir entusiásticamente el éxito milagroso de una organización política que hace un lustro parecía en vías de obsolescencia acelerada, desgastado, semirroto, carente de cualquier relato u oferta legitimadora y en polvorienta
decadencia en sus dos principales graneros electorales, Andalucía
y Cataluña.
Curiosamente esa maquinaria prodigiosa se ha dedicado, entre
otras funciones, a abonar y justificar la polarización ideológica,
desde un malestream progresista que atraviesa el espacio público
español alimentado por periódicos, televisiones, productoras,
tertulianos y chistosos, y sin embargo, en el Congreso Federal no
se ha debatido sobre una puñetera idea, por diminuta que sea. Las
ponencias se limitaron a poco más que a ordenar gramaticalmente
las consignas. Lo importante de la celebración eucarística ha sido
la propia ceremonia, en especial, cuando las encuestas empiezan a
torcerse seriamente y todos los sondeos, salvo los de Tezanos,
indican que el PP está tomando la delantera en la intención de
voto. Hasta a Felipe González invitaron a hablar, y Felipe lo
hizo: uno sospecha que por una penúltima vanidad antes que por
una convicción básica sobre un proyecto político que muy
dudosamente puede identificar con el suyo.
La organización canaria no se puede quejar. No ha empeorado
sustancialmente, pero tampoco ha mejorado demasiado. Finalmente Nira Fierro no entró en la comisión ejecutiva federal;
su destino será un fortalecimiento político de su posición en la
dirección regional o en el Parlamento. En realidad dos de los tres
isleños que se incorporan a ejecutiva federal lo hacen designados
por Sánchez: Héctor Gómez –que ya estaba ahí – como miembro
nato al ser portavoz en el Congreso de los Diputados, y Carolina
Darias, la ministra de Sanidad, que sigue siendo tratada por el
Altísimo como una pieza política cargada de futuro. Cuatro
compañeros en el comité federal – máximo órgano entre congresos – no está mal, pero se trata de un órgano más
tenuamente representativo que otra cosa, en especial en etapas de
tranquilidad y pacificación interna. Como Sánchez, Ángel Víctor
Torres tendrá las manos casi libres para elegir su dirección, y si a
alguien le molesta demasiado y Torres no puede tranquilizarlo,
que salga, pero que no apague la luz: la oscuridad está allá fuera.

 

 

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